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#20 | DICIEMBRE 2020 | Sumario
Noche de Biblioteca
“Esto no es un aniversario”
Acerca del deseo y el “pase” de Freud.
Juan José García

Bien puede afirmarse que el exilio de la contingencia se puede discernir entre los rasgos esenciales que hacen a la nervadura de la época. El protocolo se ha transformado en el vano talismán con el que pretende exorcizarse la fortuna. Si la presente globalización viral lo ha visibilizado de modo patente, sería un error no advertir que su invocación puede verificarse en los más diversos ámbitos públicos. Es la versión ubicua de un automaton que anhela suprimir el margen y la sorpresa con la ilusión de eliminar el “error”. En su tierra yerma no germina la poesía ni el pensar. Por tal motivo, resulta oportuna la referencia al texto “Serenidad” de Heidegger citada por Candela Méndez (Biblioteca EOL, Sección Córdoba) en relación a la celebración conmemorativa: “No se trata de plantear las proezas del autor y los elogios de la obra. Esto es sólo entretenimiento. Debemos asegurarnos que sea una ocasión para pensar. La falta de pensamiento es un huésped inquietante que entra y sale de todas partes, porque hoy en día, se toma todo por el camino más rápido... cada uno de nosotros puede, a su modo y dentro de sus límites, seguir los caminos de la reflexión”. Con una invitación a pensar introdujo su alocución en la Noche de Biblioteca a propósito de los cien años de la publicación de “Más allá del principio de placer” de Sigmund Freud. “Esto no es un aniversario” anticipó la invitación a tal encuentro. Si el aniversario es, de acuerdo a lo que nos instruye la etimología, aquello “que se repite cada año”, las diversas presentaciones que acontecieron en la noche procuraron transitar por fuera de la liturgia y sus protocolos.

La letra freudiana permitió a Melina Santomero (Biblioteca EOL, Sección Santa Fe) retomar la noción de repetición a la luz del Seminario 11, discriminando automaton y tyché, “el mal encuentro con lo real, donde el trauma encuentra su lugar en el ámbito del más allá”; para pensar desde allí la noción de transferencia e interrogar si “para Freud el Inconsciente nunca estuvo separado de la pulsión ¿Cómo opera con el factor económico si la pulsión siempre se satisface?”. La articulación repetición-goce, y su relación con el objeto plus de gozar evocada por Silvia Crosetto (Biblioteca EOL, Sección Rosario) fue retomada por Sonia Beldarrain (Biblioteca EOL, Sección La Plata) para pensar la clínica actual y la época con su “empuje al más y más ilimitado que deja al sujeto siempre en menos”. Clínica y época se entretejieron también en la presentación de Marcela Negro (Biblioteca EOL). Precisando de modo exquisito la relación y diferencia entre neurosis de destino y neurosis de carácter, demarcó un campo de investigación acerca de estas “presentaciones clínicas que cuentan con el Nombre del Padre, pero no pueden servirse de él” y que remiten, junto al “ser nombrado para”, al “orden de hierro” indicado por Lacan en su Seminario 21.

Ese orden férreo que Lacan no dudó en vincular con una degeneración catastrófica, no admite hiancia. Si en su Jano envés el objeto a, plus de gozar, se localiza en el cénit, por otro lado, su esencia se constituye en el cálculo. Por eso no admite el pensar que Heidegger nominó meditativo. Entre sus engranajes no hay lugar para el riesgo. En las antípodas, Marina Recalde recordó el giro de Freud al escribir “Más allá del principio de placer”. Como enfatizó en su presentación, Freud era un hombre de deseo, capaz de tomar riesgos. Transitó el abismo que implicaba “abandonar un camino que se siguió por un tiempo, si no parece llevar a nada bueno”. La introducción de la pulsión de muerte suponía poner en cuestión el andamiaje teórico que había construido por años. La pulsión de muerte que se articula con el más allá del principio del placer, implica estar bien en el mal. En su recorrido, Marina Recalde subrayó que “el psicoanálisis no es una terapéutica como cualquier otra y que el goce es ineliminable, pero en un análisis puede perder fuerza, que la satisfacción puede estar en el mal, pero también en otro lado, si un análisis así lo posibilita”. El punto de inflexión freudiano, una suerte de Freud contra Freud, testimonia acerca de un hombre cuyo coraje intelectual le permitió afrontar los riesgos que implicó el paso dado en 1920.

Fue Sonia Beldarrain quien equiparó el giro freudiano con el “Recomienzo” proferido por Lacan al inicio de su Seminario 21. Tal alusión no puede dejar de recordarnos que allí, el propio Lacan, indicó su pase. En tal sentido, Osvaldo Delgado arriesgó una tesis: “Más allá del principio de placer” constituye el “pase” de Freud. Citando textos previos al giro de 1920 interrogó la insistencia de Freud para forzar el imperio del principio de placer como regulador del aparato psíquico. Freud no daba el paso a pesar de haber tenido audacia en muchas de sus construcciones teóricas, como la fantasía del padre gozador. En ese contexto Osvaldo Delgado ofreció una lectura del mito de “Tótem y tabú” que invierte los tiempos lógicos del relato.La cobardía ante lo femenino lleva a los hermanos a cultivar el goce de sostener al protopadre. La huida frente a lo femenino constituye la experiencia de la neurosis. Frente a ello la posición paterna aparece como defensa última. Osvaldo Delgado recordó algunos pasajes de “La transitoriedad” donde se evidencia que, aún en el contexto de la guerra, Freud creía en un porvenir que restaurara de modo más sólido los bienes culturales arrasados por la contienda una vez realizado el duelo. Sin embargo, el verdadero duelo que tendría que hacer Freud era respecto a su Ideal: el del reinado del principio de placer. Es ese ideal el que lo lleva a denegar lo que le va a decir a su hijo Martín desde el frente de la guerra. Desde esa perspectiva “Más allá del principio de placer” fue el “pase” de Freud. En la presentación se subrayó “el atravesamiento de su posición fantasmática de bienaventuranza y la caída del ideal del principio de placer”.Delgado destacó que ese atravesamiento lo va a llevar al resto irreductible llamado fragmento de agresión libre y a postular finalmente aquello frente a lo que vacilaba, el concepto fundamental que marca el giro absoluto de toda su obra y marca el destino del psicoanálisis: la compulsión de repetición. Tal noción hace caer la supuesta seguridad de cualquier ideal y agujerea para siempre el ordenamiento de la ley paterna. La compulsión de repetición entra en contradicción absoluta con cualquier formulación de la ley paterna, agujerea el Edipo y revela la impostura del Nombre del Padre. “Más allá del principio de placer” separó las aguas en el posfreudismo. Sólo algunos pudieron dar cuenta del concepto de goce y orientar la clínica en relación a lo real. En este texto decisivo de 1920 Freud da el paso definitivo. Realiza una precisa articulación entre la angustia el miedo y el terror en el marco de una nueva doctrina del trauma. Es en ese punto donde cae la articulación entre la función del sueño y el cumplimiento de deseo. Es ahí donde se precipita el acto que estaba en suspenso. Citando “Más allá del principio de placer”, donde la pluma freudiana dice “O bien acaso tendríamos que pensar en las enigmáticas tendencias masoquistas del yo”, Osvaldo Delgado precisa: “Este es el primer paso de todo lo que se va a derrumbar y todo lo que se va a construir. Ese renglón. Eso lo cambia todo”. Se trata de las tendencias más originarias que el principio de placer e independiente de él. Allí se sostiene el concepto fundamental de compulsión de repetición y el sesgo demoníaco del más allá del principio de placer. La referencia al intercambio epistolar entre Freud y su hijo Martín que se encontraba en el frente de batalla, contrapone el inicial optimismo de Freud y la descripción descarnada de su hijo sobre los horrores de la guerra. La misiva del hijo evocó “Padre ¿No ves que estoy ardiendo?” Un año después Freud escribió “Más allá del principio de placer”. Osvaldo Delgado finalizó “Martín se dirige a la denegación que hace Freud en su carta optimista. En perspectiva con el famoso sueño de Freud se ruega cerrar los ojos. Conmoción de la visión y el objeto mirada, retorno del objeto al cuerpo como manifestación de la angustia traumática en la misma perspectiva que la denegación subrayaba anteriormente. Esto igual que en nuestra pandemia actual. Una caída de las identificaciones por lo tanto de la conceptualización del inconsciente en la política que velaba el agujero estructural causa del sujeto”.

Sin desconocer que el pase como tal le corresponde con propiedad a Lacan, la noche nos trajo la hipótesis del “pase” de Freud que Osvaldo Delgado arriesgó. Cada presentación puso en acto la causa que permitió trascender el ciego automaton de un mero aniversario. Tallar una hendidura procurando no quedar cautivos de protocolo implica un esfuerzo no desestimable. Si como insistió Marina Recalde, Freud fue un hombre de deseo, acaso la noche haya sido un digno homenaje a ese hombre que, parafraseando a Kierkegaard, fue capaz de arriesgarse, perder momentáneamente el equilibrio, so pena de arriesgarse a perderse el mismo y, con él el carácter subversivo del Psicoanálisis.