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#20 | DICIEMBRE 2020 | Sumario
La mesita de luz

Para esta oportunidad entrevistamos a Gerardo Battista y a Verónica Pagola, quienes respondieron a nuestras preguntas.

  1. ¿Cuál fue tu primer contacto con una biblioteca?
  2. ¿Qué personaje de la literatura te marcó o generó algún sentimiento en particular (de amor, odio, admiración, etcétera)?
  3. ¿Qué estás leyendo actualmente?
  4. ¿Qué libro te dejó una marca memorable?

 

Gerardo Battista

1. Nací en una casa sin bibliotecas, pero con algunas revistas. Podría decir que las revistas oficiaron de biblioteca ya que fueron mi puerta de entrada al mundo de los libros. No lo había pensado antes, pero seguramente sea uno de los fundamentos de mi gusto por trabajar en y por las revistas. Fui parte del comité de redacción de la revista Enlaces y de las publicaciones de nuestra Escuela, como Virtualia, Lacaniana y Entrelibros. Actualmente estoy trabajando en la redacción de Cuatro+uno, la publicación de la Secretaría de Carteles.

2. Decididamente Horacio Oliveira, el personaje central de Rayuela de Julio Cortázar. A los 14 años me lo regaló una amiga muy lectora, con quien conocí por primera vez una biblioteca, la inmensa obra arquitectónica de Testa, Cazzaniga y Bullrich.
Oliveira y después Cortázar acompañaron esos tiempos del despertar, donde seguramente, intentaba armar alguna que otra teoría sexual adolescente con La maga, las mujeres, el club de la serpiente y esas noches interminables en París y en Buenos Aires.

3. Leo en formato serie, varios libros a la vez. Suelo hacer zapping de libros por las noches. Últimamente, leí las novelas Las malas de Camila Sosa Villada, Las aventuras de la china Iron de Cabezón Camara y Cometierra de Reyes. Sin proponérmelo, porque los compré sin saber de qué trataban, leí hace poco dos libros de poemas: Meteoro de López y La novia de Sandro de Sosa Villada. En este momento estoy leyendo Bajo el monte de Aubrey Beardsley, El retrato de Dora de Cixous, Salvatierra de Amairal y Wërra, el último libro de Federico Jeanmaire –recomiendo enfáticamente a este escritor argentino–.

4. Rayuela fue una especie de biblia personal. Lo diré con Stoner pues, a veces, las palabras me son esquivas. Stoner es una obra literaria que narra bien esos encuentros que calan hondo para siempre. A pesar de ser un libro atravesado por la pasión triste, su narrativa estremece y conmueve profundamente cuando, al modo de un rapport, describe cómo el joven William Stoner se enamora de las letras en una clase de literatura en la universidad. Eso no solo me pasó con Rayuela –la primera gran novela que leí– sino también en mi primer encuentro con Freud en una clase de psicoanálisis. Tan así fue para mí, que hoy la transmisión del psicoanálisis en la universidad es una pasión que intento hacer pasar en el lazo con los alumnos.

 

Verónica Pagola

1. Se me ocurren dos contactos con bibliotecas que se dieron más o menos en la misma época. Cuando era chica, al lado de mi casa vivían mi tío paterno y su familia. Venían de haber vivido unos años en Centroamérica, de allá mi tía se había traído muchas revistas “de mujeres” que eran muy novedosas para mí, así como cientos de novelitas de Corín Tellado, que amé.

El detalle era que la ocupación de mi tío era… vender libros. Entonces se armó un ritual algo frenético, cada vez que salía un libro nuevo, antes de salir a la venta, pasaban por mis veloces manos y recibían el veredicto que solo los niños son capaces de dar.
La otra biblioteca era la del colegio católico de mi primaria. El cancerbero de ese tesoro no tenía forma de perro de tres cabezas sino de espectro. La bibliotecaria era una mujer muy silenciosa y estricta. Cuidaba con recelo la colección Robin Hood y otras lecturas clásicas. Debo confesar que mis preferidos eran una colección que se dedicaba a la vida de los santos. Recuerdo que en una oportunidad la bibliotecaria dio signos de vida cuando me pidió que le cuente un poco más sobre Juana de Arco.

2. Algo de cada uno de esos personajes me marcó seguramente. De las novelitas románticas a los santos. Me enojé mucho con Jo March, de Mujercitas. Jo!  ¿por qué no te casaste con tu vecino? ¡¿Por qué?! No se lo perdoné, ni tampoco el libro “Los hijos de Jo” que me resultó muy aburrido. Este año vi la película de Greta Gerwig y tal vez entendí mejor lo que la autora quería. En un momento el editor le dice que el destino de las heroínas mujeres en las historias, es el matrimonio o la muerte. Ella quería plantear otra opción para una mujer.

3. Siempre leo varias cosas de psicoanálisis a la vez según el tema que esté estudiando. Más allá de esas lecturas, hace poco empecé a leer Océano Mar de Alessandro Baricco, que me lo recomendó una amiga. 

Estoy aún en el medio de la ola, pero algo les cuento. Desopilantes personajes se reúnen en la extraña posada Almayer, regenteada por niños bizarros. Este lugar es una zona intermedia, un borde. Dice de ella el autor: "Tenía esa belleza de la que sólo los vencidos son capaces. Y la limpidez de las cosas débiles. Y la soledad, perfecta, de lo que se ha perdido".

Algo los lleva allí, por ejemplo, al pintor Plasson que desea lograr un retrato del mar, o bien al científico Bartleboom que quiere encontrar sus límites. Cada uno de los personajes aporta algo a la cuestión y dan ganas de saber más. ¿Y qué significará el mar? Tal vez lo imposible de pintar, decir, escribir, limitar. Un inefable.

4. Demian de Herman Hesse. Lo leí en mi adolescencia. Cuenta el pasaje de la niñez a la adultez de Emil Sinclair y su encuentro con Demian y su misteriosa madre Frau Eva. La idea de un dios llamado Abraxas que lleva en sí lo divino y lo demoníaco, lo luminoso y lo oscuro, me impactaron muchísimo y abrieron mi mundo. Les comparto algunas de las frases que subrayé en ese momento.  “El amor no debe pedir –continuó, ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza para encontrar en sí mismo la certeza y entonces atrae ya en lugar de ser atraído”. “No parecía en absoluto un alumno haciendo sus deberes sino un investigador dedicado a sus propios problemas”. “El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo”.