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#19 | NOVIEMBRE 2019 | Sumario
Nuevo lector
Leer en voz alta, psicoanálisis
Pablo Martín Moyano

Hay una novela: “El lector”, del escritor y jurista alemán Bernhard Schlink. Escrita en alemán, se publica en 1995 y aparece en español dos años más tarde bajo ese título, cuando en realidad el autor la nombrara “Der vorleser” (“El lector en voz alta”).

Traduttore-traditore, la novela tuvo una óptima recepción y fue llevada al cine en 2008 recibiendo muy buena crítica y premios (protagonizada por Kate Winslet y David Kross; dirigida por Stephen Daldry)

La lectura en voz alta no es un hecho menor ni mucho menos anecdótico en la novela puesto que, en los tres momentos que estructuran la narrativa, la lectura ocupará un lugar específico, protagónico, vital. En retrospectiva, el narrador, Michael, cuenta la historia de un encuentro, desencuentro y posterior fallido reencuentro con Hanna. 1) Amor. Es la posguerra y Michael, de 15 años de edad se enamora de Hanna, 20 años mayor que él; entablando una relación surcada por el placer hasta que abruptamente ella deja Berlín sin comunicarle nada. Los encuentros giraban en torno a libros y el erotismo de los cuerpos se encuentra con la lectura, lectura en voz alta que ella demanda y el satisface al punto de un placer preliminar insustituible. La lectura como condición, como ritual, será el soporte del acto sexual; la voz y la escucha en un más allá del embelesamiento… para otra cosa.


"Las chicas andan solas y se divierten"
Mónica Fierro. Fotógrafo: Pablo Sabogal

2) Sorpresa. Vía la lectura el narrador nos ubica en otro momento, histórico, acontecimiental, horroroso: el nazismo. Michael está pronto a recibirse de abogado y al asistir a las sesiones del juicio que se les efectúa a mujeres que fueron guardianas de un campo de concentración en Cracovia (eran acusadas de dejar morir asfixiadas a cientos de mujeres prisioneras luego de un bombardeo nocturno), allí queda estupefacto. Una de las prisioneras, él la reconoce, es Hanna. Ella no lo verá. La lectura de la acusación dura un día y medio, luego, conforme el juicio avanza, ella acepta sin objeción todos los gravísimos cargos que se le imputan y la van llevando a cadena perpetua. No solo aceptará esos cargos, sino que se incriminará admitiendo la falsa redacción de un documento sobre el incendio. En tanto él desesperadamente ata cabos, (re)construye lo no sabido, etc., hasta que un secreto se le revela dejándolo absorto: Hanna es analfabeta.

3) Regreso. Luego de unos años, Michael retoma la lectura en voz alta para Hanna y comienza a grabar libros en cassettes con su voz enviándoselos a prisión; Hanna aprende a leer y escribir… luego un dramático desenlace.

En otra novela –para muchos la primera novela moderna, Cervantes nos despierta con una evidencia: “Que trata de lo que verá el que lo leyere, o lo oirá el que lo escuchare leer". Así se encabeza el capítulo LXVI de El Quijote…; demarcando que está la lectura en voz alta y la lectura silenciosa. Habituados, nosotros contemporáneos a la privacidad de la lectura en silencio, el acto de hacerlo en voz alta, con otros, supone otro modo de leer[1].

Ahora bien, Lacan en el Seminario “El momento de concluir” dice: “hay seguramente escritura en el inconsciente”, consistiendo la interpretación en leer de otro modo. Así, los sueños se leen, hacen legible el texto inconsciente. De modo que lo que está escrito al ser hablado en el dispositivo psicoanalítico le otorga legibilidad. ¿Acaso, no es el análisis una invitación a leer el texto que es el inconsciente, una lectura en voz alta de ese libro con tirada de un solo ejemplar?[2]

Al diferenciar la lectura en voz alta de la lectura silenciosa, Miller en Piezas Sueltas plantea que eso que Está escrito existe puesto que Eso habla, o dicho de otro modo, se habla puesto que hay escritura (“hay seguramente escritura en el inconsciente”). Acuerda con los historiadores que ubican la precedencia de la lectura en voz alta respecto a la silenciosa, siendo aquella el método que constata la escritura en tanto pasible de legibilidad, de lectura. Es decir: “el pasaje de lo escrito a la voz era una condición de legibilidad de lo escrito. Lo escrito debía ser hablado para devenir, si me permiten, hablante”.

Luego, este “escrito que habla” se distingue de otro modo de escritura: el escrito como marca, como rasgo; otro modo de lo escrito, no-para-leer.

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS

  1. Esta, junto a otras elucubraciones en torno a la lectura en la última enseñanza de Lacan, las debo al trabajo de lectura compartido con la comisión de Hemeroteca del CIEC.
  2. Expresión de Jacques-Alain Miller de sus Cartas a la opinión ilustrada