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#19 | NOVIEMBRE 2019 | Sumario
Actividades de las Bibliotecas

Sección La Plata

Noche de Biblioteca: Germán García y el witz en la ciudad analítica.

Por Gabriela Rodríguez

L´esprit

Ed è subito sera

Sumergidos en esa oscuridad todavía, el Witz, chispa de lenguaje encendida en la ciudad analítica, no disuelve la amargura de la pérdida pero nos devuelve algo del esprit y su ambigua ligereza: espíritu, alma, ingenio, gracia, agudeza, pero también astucia, malicia, picardía, hablamos de Germán García.

Tres voces que le fueran tan cercanas, Graciela Musachi, Cecilia Fasano y Juan José Becerra en el umbral de esa noche de abril cuidadosamente preparada, hicieron vivir el trait d´esprit, el rasgo de espíritu efecto de su nombre. Junto a Sonia Beldarrain, oficiante anfitriona que se dio la tarea, en la apertura, de dar comienzo a las actividades de la biblioteca para este año, memorando a un mentor de bibliotecas, él mismo una biblioteca. Mezclados sobre los estantes y asomando desde lo alto de la biblioteca los libros de Germán hicieron de telón que obliga a no poder pronunciar su nombre sin hacer mención del libro.

En el planeta García, como se sabe, la atmósfera es libresca, pero no en el sentido erudito. La voz erudita, precisa Claude Jaeglé en “Retrato silencioso de Jacques Lacan”, hace gala de la sobriedad enunciativa, se referencia en el saber escrito desafectado de la experiencia personal y por sobre todo da prueba de la seriedad de los enunciados al borrar toda teatralidad de la enunciación. Nada más lejos como se verá del esprit que nos ocupa.

Esto no es un homenaje

La bruma fúnebre que infunden los homenajes será disuelta por Graciela Musachi con su Witz, serán más de uno. Así es que “esto no es un homenaje, ni una pipa, ni mi madre”, porque el problema con los homenajes a los muertos, Borges lo decía y Musachi lo recordaba, es que embellecen a las personas. La enumeración disparatada del Witz inicial, al enfatizar la negación consigue otro efecto, horadante, creando a la vez el espíritu en fuga. Como enseña el lingüista, vía el pintor, la palabra homenaje no homenajea.

Se trata del nombre, subraya Musachi, porque la muerte no es otra cosa que convertir a quien se va con ella finalmente en un nombre del que se podrá decir… De allí que se pueda repasar lo aprendido con Gorgias y su “Elogio de Helena”, se podrá decir el elogio como su contrario, se podrá decir, sin saber si el tiempo transcurrido es el adecuado para decir, se podrá decir para… nunca será más que lo último que se diga. El efecto sofìstico, destacado por Musachi, revela que el nombre es un efecto del decir y su voz (la del nombre) tiene eficacia, la misma que la de la cita.

Un polemista alborota la escena universitaria

Era 1986, el lugar la Facultad de Derecho de nuestra ciudad en el ocaso de la primavera alfonsinista. Un conferencista de porte pequeño aumenta su talla, se agranda cual pugilista con la palabra, causando un verdadero tole tole. La mise en scène relatada por Cecilia Fasano, hecha de bravata verbal finamente direccionada, asesta un golpe allí donde no se lo esperaba: el lugar de una progresía académica y su cohorte de simpatizantes, al cuestionar “las aventuras del bien social” que redunda en programa sanitario con el filo cortante de un psicoanálisis “dicho de otra manera”.

Testigo y parte de la escena junto a otros también presentes, Cecilia recoge por escrito el saldo del tiempo de comprender, jalonado por su experiencia de análisis con Germán García. Un psicoanálisis dicho de otra manera no alienta revoluciones, ni menos se demora en fútiles restituciones conservadoras, será el envés que subvierte con una enunciación potente al agente mismo pretendido indiviso.

Entonces el comediante

El poder de la omisión, recordaba Juan José Becerra, tanto en lo que decimos como en lo que elegimos no decir, produce operaciones sobre el propio hablante, las que estaban destinadas al otro. El sujeto recibe su mensaje. Así es como el lenguaje muestra su costado de uso que puede actuar en nuestro favor, en ocasiones, para mantener vivo para uno al no dar noticia a otro sobre una muerte.

Un púgil en el uso del lenguaje como García, no descansa en el hábito que se sostiene en un ritual, explota la potencia del discurso y la produce en acto, (Con-textos N° 6). Becerra se aprovecha de la metáfora pugilística en el terreno verbal, para hacernos la pintura de un Germán que se distancia de toda desabrida polite esmerada en dejar fuera de juego los golpes de puños del vocablo, el cuerpo a cuerpo de la entonación, que hasta incluso con su aptitud de comediante ensayaba variaciones escénicas propias de la lucha libre, montando coreografías, valiéndose de todo tipo de máscaras.

El comediante calca el paso del duro de Humphrey Bogart (otro boxeador), Germán García y Jacques-Alain Miller enfilados ensayan el tranco de Bogart representando una de policial negro, escena desopilante recordada por Graciela Musachi entre las muchas que cada quién pudo evocar esa noche, las contadas, las que no fueron contadas y las que seguiremos contando. Afectado por un particular empuje a la escritura que supo transmitir, al decir de Goethe l´esprit avanzaba enmascarado (Musachi dixit), “misógino”, “maestro”, “antimoderno” y más... El oro, el desecho y el vacío que circulan en nuestras ciudaldeas analíticas, figuras extraídas por Germán García de “El arrancacorazones”, la novela de Boris Vian (en el recuerdo de quien escribe esta nota), serán la materia de lo que se dice y se escribe en psicoanálisis, pero para arrancar del mordaz arrullo adormecedor.

En francés el término alemán Witz ha sido traducido como trait d´esprit (trazo-rasgo del espíritu) o mot d´esprit (palabra del espíritu) algo que nos anoticiamos leyendo el seminario de Lacan. Que éste prefiera la primera traducción, y nos deje en el suspenso de las razones, abre una zona del espíritu no del todo atrapable por la palabra que se abre paso como rasgo, trazo de letras, que Graciela Musachi hiciera sonar en el final: GG, hasta su próxima risa.

 

Noche de Biblioteca

¿“Y si las pesadillas fueran grietas del infierno?” J.L. Borges

Por Claudia Núñez

El miércoles 14 de agosto, en la Sede de la EOL-Sección La Plata, tuvo lugar la Segunda Noche de Biblioteca, que, evocando las palabras de Borges en el título, le rindió homenaje.

Los invitados: Germán Prosperi (filósofo-escritor), Silvina Molina y José Damiano, asociada y miembro de la EOL- Sección La Plata. Y en la coordinación, Mariela Lorenzi, quien abrió la mesa con la voz de J.L Borges hablando sobre la pesadilla, en una Conferencia en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, en 1977.

I. Prosperi y los demonios

Germán Prosperi destacó de la célebre conferencia, “el horror de la pesadilla”, aludiendo al origen demoníaco que Borges allí le atribuye.

Hizo un recorrido del tema del sueño desde la antigüedad, poniendo en consideración dos tesis: 1- que la pesadilla es la experiencia de un miedo primitivo a lo Otro, a un dominio irreductible a lo humano; 2- que la psiquis humana en cuanto tal se ha constituido a partir de una introyección o interiorización de este dominio Otro.

Seguidamente se refirió a lo que Freud plantea en Tótem y Tabú acerca del animismo, como un modo de exteriorización de las investiduras afectivas, una proyección al exterior de los contenidos del inconsciente. Y mencionó los trabajos de Tito Vignoli y de Gilbert Simondon para hacer un contrapunto a las tesis de Freud. La referencia a Simondon acerca de “los arreglos topológicos” que el viviente efectúa entre el adentro y el afuera permitió ligar, en la conversación posterior, el tema de la constitución del psiquismo con el concepto lacaniano de extimidad.

Hacia el final de su exposición Prosperi retomó las preguntas de Borges: “¿Y si las pesadillas fueran estrictamente sobrenaturales? ¿Si las pesadillas fueran grietas del infierno? ¿Si en las pesadillas estuviéramos literalmente en el infierno?”

Y ensayó una respuesta: cada vez que tenemos una pesadilla actualizamos ese miedo primitivo hacia el Afuera, hacia lo Otro, que Borges identifica con lo demoníaco. Tener una pesadilla es experimentar la condición demoníaca, es decir extra-humana, de nuestra propia psiquis. A diferencia de Jean-Paul Sartre para quien el infierno eran los otros, Borges pareciera insinuar que en verdad el infierno somos nosotros mismos, nuestra propia maquinaria psíquica, y que las pesadillas son grietas a través de las cuales nos abismamos o, mejor aún, caemos, como se cae en el sueño o en el amor, en el Afuera de nuestra “interioridad” cósmica.

II. Molina y su elogio de y para

El título de su trabajo “El sabor de la pesadilla”, propuso un elogio de la misma, no solo porque ésta “acerca a lo real, a lo imposible, a lo impensable, a lo que está por fuera de la representación y a lo insoportable, sino porque, quizás, permite imaginar un real posible, abriendo camino -como dice Leonardo Gorostiza- hacia la dignidad de la invención de cada uno”.

En su exposición, Silvina aludió al trabajo compartido con Alejandra Eidelberg, a quien rindió su homenaje refiriéndose a una cita que ésta tomó de una nota al pie de “La carta robada”, donde Lacan afirma que la obra de J. L. Borges armoniza con “el phylum de nuestro discurso”.

También hizo mención a la conferencia de Borges, destacando que “los sueños son el género, la pesadilla la especie”. Y subrayó las distintas denominaciones de la pesadilla según las lenguas –efialtes en griego, Alp, en alemán, y el incubus latino. Todas alusiones al demonio que oprime al durmiente y le inspira la pesadilla. Destacó también que, para Borges, “la palabra más sabia y ambigua” la encontramos en su nombre inglés, the nightmare, que significa para nosotros “la yegua de la noche”.

Molina señaló que para Borges lo importante en la pesadilla no son las imágenes sino lo que éstas producen, es decir, sus efectos.

Luego se refirió a Lacan en su Seminario 10, quien define a la pesadilla como “el íncube o el súcube, ese ser que hace sentir todo su opaco peso de extraño goce sobre nuestro pecho, que nos aplasta bajo su goce”. Y sostuvo que, así como Lacan propone pensar que la pesadilla alcanza un real, del mismo modo hay que concebir lo que él espera de la interpretación en su última enseñanza.

Por último, planteó que nuestra experiencia analítica nos demuestra que si bien, no-toda interpretación se eleva a la dignidad de la pesadilla, hay algunas que sí, las llamamos inolvidables y nos enseñan que no es tan fácil volver a dormirse después de ellas.

Concluyó su exposición con un poema de Borges, titulado “Efialtes”

III. Damiano y el valor clínico del infierno y el dormir.

José Damiano llamó a su trabajo “Desvelo” y comenzó leyendo párrafos de un texto de May Sinclaire, titulado “Donde su fuego nunca se apaga”. En este relato pesadillesco que encontró siguiendo una sugerencia de Borges, aparece una versión muy singular del “infierno”, concebido aquí como una memoria que regresa al peor de los recuerdos, para fijarse allí por toda la eternidad.

A continuación retomó la reflexión sobre el tema con la mira puesta en el XII Congreso de la AMP del año próximo, subrayando la importancia de nuestras problemáticas clínicas actuales, interrogándose por el dormir, la función del sueño y el insomnio como síntoma epidémico contemporáneo.

Destacó dos cuestiones de la lectura que Lacan realizara en el Seminario 21 del texto freudiano “Los límites de la interpretabilidad de los sueños”: por un lado, los límites de la interpretabilidad formalizados como una función matemática, y por otro, las funciones lacanianas de la utilidad y el Goce, necesarias para la función del dormir.

Para concluir, intentó llevar la cuestión de la pesadilla al nudo borromeo aplanado. “Si Freud necesitó plantear el deseo de dormir, es por un lado porque esa actividad no está garantizada por el organismo, y por el otro porque el dormir está constantemente amenazado con interrumpirse por un goce fuera de cuerpo insoportable” (…) “será necesario el trabajo del sueño mediante la metáfora, la metonimia y la figurabilidad, para que enganchen con el imaginario Otro goce, induciendo el principio del placer, produciendo así el sueño y permitiendo el dormir, poniendo un velo a lo insoportable.”

La Noche continuó con una fecunda conversación, en la que, y por qué no contarlo… entre Borges y Hitchcock, Dalí metió la cola… el Inconsciente Aún!

 

Sección Córdoba

Reseña de la presentación de la BOLC en Congreso Internacional de la Lengua Española

Por Pía Liberati, integrante de la comisión de Biblioteca.

El pasado miércoles 27 de marzo la Biblioteca de la Orientación Lacaniana Córdoba, Dr. Henoch Bringas Aguiar (BOLC) formó parte de las actividades del Festival de la Palabra que acompañó al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, desarrollado en la Ciudad de Córdoba.

Una noche cálida e iluminada, junto a una nutrida concurrencia, conformaron el marco oportuno para hablar del psicoanálisis de la orientación lacaniana en la ciudad. “¿Qué quiere decir hablar? Transformaciones y efectos en la subjetividad” fue el nombre elegido para la mesa. Coordinados por Candela Méndez, los invitados a conversar fueron: Guillermo Belaga, Presidente de la EOL, Cristina Martínez de Bocca y Jorge Castillo.

En las palabras de apertura de la noche, Candela Méndez nos recordaba que la Biblioteca en tanto "eslabón práctico" -como decía Judith Miller- puede servir para la articulación e inserción de la Escuela en los debates de la Ciudad. Así cada invitado, inscribió su trabajo en esta apuesta, logrando una conversación animada y original respecto a lo que hablar quiere decir para el psicoanálisis y sus transformaciones en la subjetividad de la época.

Jorge Castillo inició su intervención resaltando un dato quizás olvidado por muchos: Sigmund Freud, inventor del psicoanálisis, fue un apasionado lector de Cervantes. En este singular gusto de Freud por los personajes del escritor español, podría encontrarse quizás prefigurado el entonces futuro oficio del analista. Respecto al título de la mesa, ubicó también que el psicoanálisis aporta una versión inédita de “lo que hablar quiere decir”: el hombre habla con su cuerpo en tanto “las pulsiones son el eco en el cuerpodel hecho que hay un decir”. El decir que se anuda al cuerpo solo se puede inferir de sus efectos ya que paradójicamente está asociado con lo indecible.

Cristina Martínez de Bocca, precisó la diferencia entre el lenguaje o lengua como idioma que se habla y el neologismo que Lacan inventa para designar lo que es absolutamente propio de cada uno de nosotros y que estructura nuestro inconsciente: lalengua. El psicoanálisis constata que cada uno se satisface solo en un monólogo que conlleva una satisfacción y que se compensa al ser tomado en un discurso o lazo social. Son los discursos los que cambian de acuerdo a las épocas. Nos propuso preguntarnos sobre las consecuencias de las modificaciones que se van produciendo en el lenguaje en los sujetos, algo que dependerá de la permanencia en el uso y del alcance que tengan en la subjetividad de ese ser que habla.

Por su parte, Guillermo Belaga partió de dos referencias de Lacan donde ubica algo tan central para el psicoanálisis como es el “bien-decir” en relación al discurso de la ciencia, se trata de la definición “el loco es el hombre libre” y “el lenguaje de las pasiones del alma”. Subrayó que el inconsciente procede del cuerpo hablante, y que esta fórmula abre la puerta al hombre en tanto se sirve del cuerpo para hablar. Diferenció el cuerpo biológico de la biopolítica y el higienismo y el cuerpo sociológico del comunitarismo, del cuerpo erógeno del psicoanálisis. Los dos primeros no pueden evitar la homogeneización del sujeto en un discurso universal, mientras que para el psicoanálisis la manera en que las palabras afectan el cuerpo siempre es singular.

El momento de la conversación fue la oportunidad para que los participantes de la mesa transmitieran lo vivo de una experiencia analítica, sus ecos y resonancias, el público dirá…

 

La BOLC en la XXXIV Feria del Libro Córdoba- Reseña

Por Bárbara Navarro

El pasado jueves 19 de septiembre la Biblioteca de la Orientación Lacaniana “Henoch Bringas Aguiar” participó de la Feria del libro de Córdoba que ya lleva su XXXIV edición.

A sala llena, el Cabildo Histórico fue una vez más el espacio en donde el psicoanalista ciudadano se pone a la altura de las conversaciones y debates de la época, en una mesa que llevó por título: “El inconsciente, en femenino. Cuerpo y lenguaje”.

La actividad fue coordinada por Pía Liberatti quien remarcó, una vez más uno de los ejes de la orientación política de nuestra biblioteca de la EOL Sección Córdoba: dicho eje se basa en el concepto que Judith Miller se encargó de hacer trascender, el de la biblioteca como “eslabón práctico”.

El trabajo de Candela Méndez contextualizó los orígenes del feminismo contemporáneos al surgimiento del Psicoanálisis. Ese surgimiento, aportó Candela, en un contexto “ibseniano”, en la obra “Casa de muñecas” se advierte por primera vez una actitud emancipadora y subversiva de la mujer, dentro de ese género literario del teatro.

Es en ese marco que el Psicoanálisis tiene su origen y en el que participa dando lugar a las palabras de las mujeres. El punto de convergencia así entre el Psicoanálisis y los Feminismos tuvo que ver con dar otro tratamiento a la otra satisfacción.

Si bien los feminismos son plurales y también sus impulsoras, Candela rescata la idea de Monique Wittig, aquella escritora francesa y feminista que nacida en 1935 plantea que las palabras están comprometidas con el género. En base a ello propone desbaratar el lenguaje.

Ésta precursora de mucho de lo que se debate en la actualidad respecto al tema, parte de la idea que la categoría del sexo es una categoría social y no natural ni biológica. Para ella la lengua ha estado a disposición de lo masculino hegemónico, de allí entiende la heterosexualidad como un régimen político. Con la propuesta que su letra desarrolla en la obra “El cuerpo lesbiano” hace tambalear lo instituido hasta entonces al respecto.

Así lo femenino es un asunto del lenguaje.

Hilda Vittar inició su desarrollo planteando el valor de los psicoanalistas en la ciudad, aquellos que estando a la altura de la época provocan una conversación permanente planteando su posición frente a los problemas del mundo. Mantener esas conversaciones y debates, nos dijo, es una manera de ir en contra del quinto discurso planteado por Jacques Lacan, aquél falso discurso que es el discurso capitalista. Este es justamente el único que no hace lazo, sino que lo rompe, aislando a los sujetos cada uno con su objeto.

Plantea que decir algo sobre el inconsciente en femenino se nos presenta como un desafío ya que dependiendo de la concepción de inconsciente es la posición ética que sostenemos. Nos dice que el trabajo del analista es deconstruir ficciones de lenguaje para llegar a un punto que implique la marca singular de cada uno. Y es justamente por eso que los psicoanalistas buscamos la diferencia absoluta. Al ceder esas ficciones hay espacio a nuevas invenciones, nuevas ficciones más vivibles.

El movimiento feminista ha captado la posibilidad de ir más allá de la norma, lo que puede permitir hacer algo más vivible. Si bien sabemos que hay feminismos en plural, y que hay variedad de posiciones, en todas ellas está la búsqueda de esos derechos que nunca deben ser cedidos. Los enemigos de esos derechos son el patriarcado y el neoliberalismo. El patriarcado es simbólico, la norma macho ordenó al mundo, de un modo asfixiante, con atropellos. Se trataría de deconstruir la norma macho para que otra ficción pueda ingresar. La otra es el neoliberalismo que devasta todo.

Es en la búsqueda de esa coyuntura, de ese borde y ese vacío que se puede construir una ficción nueva. ¿Cuáles son los riesgos de esa ficción? Hilda Vittar nos dice que éstos pueden ser que en el lugar de la norma macho, surja la norma hembra. O debido a que el capitalismo se disfraza, el peligro es que el mercado tome las banderas del feminismo para sus propios intereses.

La orientación para ir en contra de esos riesgos estará entonces en conversar, escuchar y bien decir las cosas. Propuesta que se puso en acto en ésta participación de la EOL en la Feria del libro de Córdoba.