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#18 | DICIEMBRE 2018 | Sumario
Editorial
Nicolás Bousoño

La preparación de esta nueva edición de Entrelibros nos llevó - como al azar - al reencuentro con Fahrenheit 451, un clásico del país de las bibliotecas. Un clásico donde está presente con toda su potencia la interrogación por el destino del “filo cortante” de la lectura, del encuentro con el borde transformador del saber.

Primero nos llegó el texto de Guillermo López, La ficción como refugio contra la ciencia. De Ray Bradbury, el fuego, los libros y las bibliotecas; que recorta en el Postfacio de Fahrenheit 451[1]el ardiente testimonio de la pasión del autor por la escritura, articulándolo con algunas consideraciones de Lacan sobre el discurso científico y la época. El breve texto escrito porBradbury, 40 años después de la publicación de su novela que Guillermo pone de relieve, desnuda no sólo la trama de su trabajo sino también la vigencia de sus preocupaciones.

Luego fue Fuego frío, la respuesta de Henri Kauffmanner - Director de las bibliotecas de la EBP y del próximo ENAPOL – a la pregunta por los efectos, en los lectores y en las bibliotecas, de la modificación tecnológica de los soportes materiales de lectura. Su hipótesis, “La entrada en escena del mundo virtual produce frecuentemente un efecto devastador sobre las letras, rechazando los agujeros que se precipitan a partir de la escritura y consecuentemente, recusando la lectura. Como un fuego frío…”, retoma la hipótesis del mismo Bradbury para hacer un desarrollo que sin dudas vale la pena leer. Su conclusión es otra pregunta que señala lo que verdaderamente nos importa: “Como intervenir en este mundo a partir del discurso del psicoanálisis... ¿Cómo pueden las bibliotecas, que tradicionalmente celan por la virulencia de los libros, participar de esta novedad? No hay como no introducirnos en esta realidad ampliada, ya que, hay que señalar, es la subjetividad de nuestro tiempo”.

A la pregunta por el porvenir de las bibliotecas, por el porvenir del psicoanálisis, Mariana Gómez la aborda partiendo de Borges para, con los clásicos de la orientación lacaniana, hacernos una propuesta en sintonía con el texto de Henri: “inventar con la aletósfera”.

“¿Qué es un libro clásico?”, se pregunta J. L. Borges en Otras inquisiciones[2], la pregunta es pertinente en este contexto. Su respuesta es un clásico: “… es aquel que una nación o un grupo de naciones han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término. Previsiblemente, esas decisiones varían”; y añade con su característica ironía que para él “… algunas de las sagas del norte prometen una larga inmortalidad; pero nada sabemos del porvenir, salvo que diferirá del presente. Una preferencia bien puede ser una superstición”.

Agrega entonces: “las emociones que la literatura suscita son quizás eternas, pero los medios deben variar, siquiera de un modo levísimo, para no perder su virtud. Se gastan en la medida que los reconoce el lector”. La sutileza de Borges permite distinguir un uso religioso, de un uso poético del lenguaje

Reconocemos en esas palabras el soplo que anima el trabajo de las bibliotecas del Campo Freudiano. Los artículos que reseñan las actividades que las bibliotecas de las secciones de la EOL llevaron adelante en esta segunda mitad del año, es una muestra de las diferentes formas que ha tomado en nuestra red ese esfuerzo por variar los medios, por hacer resonar en distintos ámbitos el filo cortante de una lectura.

Las secciones con las Reseñas de las Publicaciones la EOL y las Publicaciones recientes, los Hallazgos y Rarezas en nuestra biblioteca, la Mesita de luz; son lecturas, invitaciones en las que vale la pena detenerse, son nuestra manera de resistir ese Fuego frío, de inventar con la aletósfera. “… la belleza… es común, y está acechándonos en un diálogo callejero”[3], agrega Borges.

Así entendemos la indicación de Bradbury con el epígrafe de su novela: “Si os dan papel pautado, escribid del otro lado”[4]; la frase del poeta español Juan Ramón Jiménez evoca el reverso del discurso del amo que sitúa al discurso analítico y que nos orienta en nuestro trabajo cotidiano.

Finalmente, un nuevo agradecimiento a todos los que colaboran cotidianamente con las tareas de la biblioteca y en especial a quienes se pusieron al hombro el armado de esta publicación: Silvina Rojas, Roxana Cozza y Alejandra Korek, es un gusto trabajar con cada uno de ellos. También agradecemos la generosidad de Carolina Chocron y Sebastián Porro quienes nos brindaron las imágenes que ilustran los artículos; y, last but not least, un agradecimiento especial a nuestro bibliotecario Nahuel Tudanca y a Darío Dombek quien se encarga de toda la gestión de las donaciones que circulan hacia y desde nuestra biblioteca.

Van con esta edición nuestros mejores deseos para el 2019.

Hasta la próxima.

NOTAS

  1. Bradbury, R. (1993) “Fuego brillante”. Postfacio. En Fahrenheit 451. Buenos Aires Editorial Minotauro, 2000.
  2. Borges, J. L. “Sobre los clásicos”, en Otras inquisiciones, Ed. Sudamericana, Bs. As. Argentina, 2011. Pág. 233-6.
  3. Ibid. 2)
  4. Gimenez, J. R. en Bradbury, R. (1993) Fahrenheit 451. Buenos Aires Editorial Minotauro, 2000.