"Cuando íbamos a dormirnos esa noche, Holanda me dijo: ¨Vas a ver que desde mañana se acaba el juego. Pero se equivocaba aunque no por mucho,…"
Julio Cortázar, "Final del juego".

Resulta extraño, poco usual cuanto menos, recorrer retrospectivamente un período de trabajo –no poco extenso ̶ y que la textura del recuerdo no tenga casi pliegues rugosos, algún claroscuro ligeramente perturbador a la vista, o un hilo suelto que amenace deshilachar el conjunto.

Recorrí palmo a palmo estos dos años de trabajo en la Comisión de Biblioteca desde la perspectiva que se alcanza cuando ya se está casi en el final del trayecto; no hay zanjas que inquieten la mirada o hendiduras que alteren el paisaje.

Freud ya había advertido que en lo que respecta al tratamiento analítico, sus reglas pueden asemejarse a una partida de ajedrez; sólo las aperturas y los finales pueden ser objeto de una exposición sistemática, acaso predecible.

El tablero establece el inicio de la partida; las piezas ̶bien distinguidas ̶, cada una en su lugar de inicio, sus funciones claras, sus posibilidades de movimiento establecidas y sus alcances delineados.

No es calculable el desarrollo, los movimientos posibles frente a las contingencias azarosas del encuentro, las respuestas y reacciones con las que cada quien se encontrará. Imposible también predecir el final, los finales tan inciertos siempre.

Así discurre el juego, así discurrió. Arrancó la partida y jugamos.

Una nueva gestión, una nueva biblioteca en una nueva sede. Muchos de nosotros nos conocíamos, con algunos habíamos compartido espacios de trabajo, con otros nunca lo habíamos hecho.

Encuentros hay muchos; calculados, inesperados, ansiados. Lo que es incalculable –siempre ̶, es el discurrir de esas articulaciones entre las singularidades más propias de cada quien, los modos propios de avanzar, los tiempos y los estilos. Fue un deslizamiento parsimonioso, un baile acompasado: "Hemos encontrado el puente hecho de agua", como dice el poeta Roberto Juarroz.

Seguimos el ritmo. Del juego y de la música. Una música no azarosa, dirigida y bien escogida, vez por vez, que facilitó el buen encuentro. Un discurrir tan armonioso como efectivo en las tareas varias que nos tocó llevar adelante.

Pasamos por dos Bloomsday nights, que supimos disfrutar tanto en su planificación como en las noches mismas; nos deleitamos recitando versos joyceanos y tomando cerveza irlandesa para festejar un cierre a su merecida altura.

La presentación de la Revista Colofón Nº 36 también tuvo su noche como hubo también una noche compartida con la Revista Virtualia en la que contamos con la presencia de Paula Sibilia.

Los variados entrelibros tuvieron sus nuevas secciones y su gran producción siempre con las sutilezas que supo introducir cada uno con su sesgo.

No me queda más que agradecer a toda la comisión en su conjunto: Graciela Allende, Paula Iglesias Genta, Mónica Lax, Marcela Molinari, Virginia Notenson, Silvina Rojas, Claudio Spivak, Claudia Zampaglione y Nilda Hermann (Responsable de Lacan Cotidiano) y a la gran dirección de Elsa Maluenda que supo hacer de estos dos años de trabajo, un baile acompasado y gustoso de seguir.

Fue un gusto para mí, compartir con ustedes esta tarea conjunta.

El juego nos encontrará seguramente en otras partidas.