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#15 | JUNIO 2017 | Sumario
NOCHE DE BIBLIOTECA
Ulises: el regreso. Algunas claves sobre la obra de Joyce
15 de Junio de 2017
Por Graciela Allende

"Ulises es un libro para ser leído en voz alta"
Carlos Gamerro

"Joyce muestra el valor erótico de las cartas a Nora"
Luis Darío Salamone

En esta Noche de Biblioteca titulada Ulises: el regreso nos acompañaron Carlos Gamerro, autor del Ensayo Ulises: Claves de lectura y Luis Darío Salamone, psicoanalista, miembro de la EOL y de la AMP, AE (2008-2011).

Fue una celebración en la que se pudo verificar el trabajo de Escuela. Esta actividad hizo serie con la Noche de Biblioteca del 16 de Junio de 2016: Algo de lo que usted siempre quiso saber sobre Ulises, en la queparticiparon Marcelo Zabaloy, el segundo traductor argentino de Ulises, y Carlos Rossi,psiconalista, miembro de la EOL y de la AMP, Secretario de Carteles. Ambas actividades coordinadas por Elsa Maluenda, Secretaria de la Comisión de Biblioteca.

Los integrantes de la Comisión de Biblioteca prestan sus voces a las cartas que Joyce escribió a Nora, cuestión que es retomada por Luis D. Salamone en su intervención.

Carlos Gamerro despliega la evolución estilística de Joyce y su experimentación con el lenguaje a lo largo de su carrera. Iniciamos la aventura Joyceana en 1903-1904, época en que Joyce escribe los cuentos publicados en Dublineses bajo el seudónimo Stephen Dedalus, interesante detalle, ya que quien será su personaje autobiográfico empieza como seudónimo.

Los relatos de Dublineses son de un lenguaje "económico, casi avaro", según el mismo Joyce dice, los escribió con una "tacañería escrupulosa".

Joyce en sus inicios abreva en la poesía y en el programa realista, pero luego se revela contra el realismo para inaugurar la literatura moderna. Irlanda no había tenido literatura realista ni literatura que se centrara en la vida en las ciudades. Joyce dijo que escribió Dublineses, "porque nadie ha presentado Dublin al mundo".

En su primera novela, Retrato del artista adolescente, ya está listo para embarcarse en una aventura del lenguaje mas audaz luego de haber arrojado al fuego –recomendación que se les hace a los escritores, dice Gamerro, cuando quieren empezar de nuevo– los escritos autobiográficos de sus días de estudiante y de los que su hermana logra salvar una parte. Por esta razón contamos con algo de la primera versión de Retrato…: Stephen el héroe que nos ayuda a los lectores a palpar y sentir el gran salto que implica el Retrato del artista adolescente.

Gamerro lee la primera página de este último, a modo de introducción, donde Joyce presenta el mundo desde la mirada de un niño. Hasta ese momento en la literatura existía el recuerdo de la infancia a través de la mirada de un adulto, relatos retrospectivos, donde la memoria reescribe la historia. En Joyce, en cambio, coincide la mirada del niño con la del narrador. Un narrador que va creciendo como el personaje. Cuando la novela llega a su final, Stephen está listo para irse de Irlanda a París; allí el narrador ya tiene la riqueza verbal de un joven educado. Aquí hay un quiebre con la literatura anterior, la literatura moderna ha comenzado.

Cuando Joyce escribe Ulises, que continua la historia de Stephen Dedalus, construye otro dispositivo narrativo. Divide la tarea de narrar en tres voces: el narrador en tercera persona, los diálogos y el monólogo interior.

El narrador observa lo que está pasando como si fuera una cámara que está filmando. El narrador que construye Joyce no explica ni aclara. Además, el narrador y el monólogo interior comparten el mismo espacio textual, el mismo párrafo; será el lector quien deberá detectar cuál es cuál. Con los cambios de entonación al leer en voz alta resulta más sencillo advertir cuál es la voz preponderante. Por eso, subraya Gamerro, "Ulises es un libro para ser leído en voz alta, y para ser escuchado".

Lo nuevo del monólogo interior radica en el uso de la sintaxis: antes del Ulises de Joyce los personajes pensaban como hablaban. Joyce nos enseña a escuchar nuestros pensamientos. Fue el primero que escuchó cómo piensan los seres humanos, el lenguaje de la mente.

En esta obra cuenta minuto a minuto lo que los personajes hacen, dicen y piensan y cada acto es tratado con la misma dignidad. Por ejemplo, Molly Bloom fue la primera mujer (el primer personaje) que menstruó en la historia de la literatura.

En la segunda mitad del Ulises, a partir de los capítulos 9 y 10 se trata del triunfo del pastiche, y la exploración lingüista convierte al Ulises en un manual de técnicas literarias.

El invento de Joyce en Finnegans wake es una no lengua porque se revela contra el carácter sucesivo del lenguaje e incrusta una palabra dentro de otra; vemos allí cómo los significantes no son unívocos, sino que se desdoblan pudiendo haber muchas palabras posibles dentro de una misma palabra.

Por su parte, Luis. D. Salamone, en su estilo elocuente y hasta divertido, inició su presentación con una pregunta dirigida al auditorio: ¿Qué es lo que hace, que Joyce, pese a su estructura, logre, mantenerse estable? Y el auditorio lacaniano responde entusiasmado: "La escritura".

De lo trabajado en esta noche joyceana voy a recortar una pregunta que se hace Salamone: "¿qué influencia tienen en el arte de Joyce, las cartas a Nora?"

Gamerro responde que, respecto del estilo, Joyce se apoya en las cartas a Nora y en cierto descuido de ella, respecto de la cuestión gramatical. Ve allí un estilo posible. Los escritores no se nutren solo de literatura. El Ulises implica buscar estilos literarios en formas discursivas no literarias. El estilo Nora es fundamental para el estilo Joyce, pero considera que no hay que pensar que Nora es una musa insustituible, ya que los escritores siempre suelen buscar fuera de la literatura. Trae una cita de Roland Barthes que decía que el lenguaje nos obliga a decir de una determinada manera. Pareciera que no hay nada peor que cometer un error gramatical. A veces, a un escritor hiperliterario, le es necesario recurrir a formas no literarias.

A modo de conclusión, mi reflexión me lleva a Lacan quien decía que sus escritos no eran para ser leídos. Joyce ofrece sus letras para que leamos, tal vez, sería mejor leerlas en voz alta. Nuestra lectura, la lacaniana, es una lectura posible. Desde un recorte se puede extraer de este encuentro entre psicoanálisis y literatura, a través de un virtuoso escritor como Gamerro y de un analista como Salamone, que una escritura sinthomática deviene poética cuando es capaz de bordear lo indecible.

Nos queda a nosotros, analistas lacanianos, extraer las consecuencias de lo planteado. Una cosa sabemos ahora, que sería mejor leerlo en voz alta y en compañía.