En este número de entrelibros inauguramos dos secciones: "Conversando con los libreros" y "Hallazgos y rarezas en la Biblioteca de la EOL". Continuamos con "La mesita de luz" y "Otras bibliotecas"; las reseñas de algunos libros publicados recientemente; el comentario sobre algunas de las actividades de las Secciones de la EOL; un espacio dedicado a la Noche del Directorio organizada en conjunto con la revista digital de la EOL, Virtualia; y un artículo acerca de la destrucción de Bibliotecas a lo largo de la historia, esos vanos intentos de suprimir los saberes acumulados, tal como lo mostró Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451 que François Truffaut adaptara al cine. En estas obras maestras de la literatura y del cine, el gobierno ordena incinerar los libros por considerar que leer impide la felicidad de las personas porque los ayuda a pensar y analizar, no sólo sus condiciones de vida sino también los actos de gobierno. Entonces un grupo de lectores denominados "hombres libros" se dedican a memorizar un libro cada uno y pasan a ser nombrados con el título del libro que han aprendido para preservar del fuego, ese que a 451° Fahrenheit o 233° Centígrados destruye el papel.

En la última novela de John Irving, Avenida de los misterios, el protagonista sostiene que la escritura de ficciones continuará mientras haya lectoras, ya que considera que son ellas, las mujeres, quienes leen literatura. Más allá de esta apreciación podemos afirmar que los libros no existen sin lectores, cualquiera sea su sexo o su posición sexuada. Por eso continuamos desde la Biblioteca de la EOL con la apasionante tarea de entusiasmarlos a abrir ese libro que en algún anaquel los espera y que al leerlo los ayudará a leerse.