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#13 | JULIO 2016 | Sumario
Desenterrando libros prohibidos
Por Elsa Maluenda

Con este título se inauguró el 19 de marzo una muestra en el Centro Cultural Haroldo Conti donde los libros prohibidos –por la dictadura cívico-militar que derrocó al gobierno constitucional el 24 de marzo de 1976– ocuparon una de las salas expuestos en vitrinas y flotando en una instalación donde sus hojas más o menos amarillentas, más o menos chamuscadas, parecían cobijar y saludar a los visitantes.

También se expusieron los documentos utilizados para instruir a quienes decidían qué libros censurar.

En uno de ellos titulado "Fórmulas de clasificación ideológica" se lee: "Propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos o sociales tendientes a derogar los principios sustentados por nuestra Constitución Nacional". Instrucción paradójica dado que la Constitución Nacional no estuvo en vigencia durante el autodenominado Proceso de reorganización nacional.

Una de las paredes exhibía las declaraciones del Almirante Massera al Diario La Opinión del 25 de noviembre de 1977: "La crisis actual de la humanidad se debe a tres hombres (…) Marx, con El capital puso en duda la intangibilidad de la propiedad privada; Freud, con La interpretación de los sueños atacó la sagrada esfera íntima del ser humano; y, como si fuera poco, para problematizar el sistema de valores positivos de la sociedad, Einstein en 1905 hace conocer la teoría de la relatividad…" Una reinterpretación en clave siniestra de las tres heridas narcisistas que Freud planteara en su texto "Una dificultad del psicoanálisis" de 1916.

Pero, como sabemos, la prohibición no fue suficiente y, al igual que en tiempos del nazismo en Europa, se llevaron libros a la hoguera. Así el 30 de agosto de 1980 en un baldío de Sarandí fueron quemados un millón y medio de libros y fascículos publicados por el Centro Editor de América Latina. Un video que registra el hecho se pudo ver en esta ocasión. Allí, civiles y militares perpetran un acto de dimensiones difíciles de adjetivar.

Por otra parte, el título de la muestra pone el acento en las estrategias llevadas adelante para preservar los libros: enterrarlos en los jardines, ocultarlos en sótanos, camuflarlos bajo otras tapas, etcétera.

Algunos de los títulos censurados, además de las obras de Marx, Lenin y Bakunin son: Los vengadores de la Patagonia trágica de Osvaldo Bayer, Gracias por el fuego de Mario Benedetti, Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornemann, Para hacer el amor en los parques de Nicolás Casullo, El principito de Antoine de Saint-Exupéry, La lucha antiimperialista. Etapa fundamental del proceso democrático de Arturo Frondizi, Ganarse la muerte de Griselda Gambaro, Los dueños de la tierra de David Viñas. La lista es muy extensa y hemos querido resaltar en esta selección la variedad de temas que los represores consideraban peligrosos. Peligrosos para la consecución de los objetivos que ellos se habían propuesto.

Algunos autores argentinos debieron exiliarse y otros fueron detenidos desaparecidos y asesinados como Haroldo Conti, Hector Germán Oesterheld, Francisco Urondo y Rodolfo Walsh, entre muchos otros. entrelibros, a 40 años del golpe de estado, rinde su homenaje a cada uno de ellos y también a todos aquellos que se arriesgaron para que las palabras impresas sobrevivieran.

El sueño de los dictadores, tal como lo escenificara Chaplin en El gran dictador, no tiene límites. Por eso le temen tanto a los libros; porque transportan enigmas, misterios y saberes que siempre les serán ajenos; porque también hablan de hacer el amor y porque a pesar de las persecuciones y de las hogueras continuarán circulando mientras haya lectores sobre la tierra. Lectores que hasta estarán dispuestos a memorizarlos para salvarlos –para salvarse– como en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.