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#12 | JULIO 2015 | Sumario
Entrevista
A Federico Irazabal [1]
Sobre Shakespeare y Hamlet
Por Silvia Chichilnitzky

-Cómo caracterizarías al teatro de Shakespeare?
El teatro isabelino al que pertenece Shakespeare como máximo exponente es difícil de caracterizar tanto por la diversidad que lo compone como por las lecturas que con el correr del tiempo se hicieron de él y que lo cosificaron en un nivel de sacralidad que claramente no tenía. Era un teatro fuertemente popular, que instaba al público a la participación y al debate en el momento mismo de la representación, con un fuerte anclaje en el juego interpretativo y en los guiños –irónicos, paródicos- lanzados hacia ese espectador tan participativo. Shakespeare tanto en sus tragedias como en sus dramas históricos ofrece un mundo hecho de palabras: en términos escénicos, el teatro The Globe es siempre el mismo. No hay novedad entre obra y obra en este sentido. Shakespeare podía prescindir de ello porque confiaba en el poder representacional de la palabra y por eso hace que sus personajes sean tan descriptivos en lo que hace a la ubicación.

- En dónde ubicás su originalidad?- Qué buscaba Shakespeare transmitirle y provocarle al espectador de esa época?
Yo no sé si originalidad es la palabra que mejor se aplica al teatro de Shakespeare, porque de hecho no profesa la idea de originalidad ya que esta noción es propia del arte en la modernidad. Shakespeare en todo caso sobresale por haber logrado llevar a niveles superlativos los relatos que circulaban en su tiempo y en su época. Shakespeare toma esos relatos y a través de una maestría única –que no implica originalidad- los lanza a la posteridad. Hay un capítulo en el Ulises de Joyce en el que se da una conferencia sobre Shakespeare que relata muy bien esta cuestión y muy puntualmente en lo concerniente al príncipe Hamlet, acerca de su verdadero nombre y sobre la fuente original de este relato. Allí Joyce pone en primer plano que Shakespeare puede ser convertido en un sujeto que sin búsqueda de originalidad ofrece una síntesis extrema de la cultura de su tiempo.

- Por qué Hamlet, como pieza teatral, se presta a distintas interpretaciones?
Esto no es algo que se pueda circunscribir a Hamlet. Toda obra se presta a diversas interpretaciones. Y de hecho creo que uno de los grandes problemas del teatro shakespeareano es que ha perdido su polisemia. Freud, Lacan, Kott han estratificado la posibilidad interpretativa y hecho de su teatro un objeto más o menos estable. Algo semejante ocurre dentro del ámbito del propio teatro, que en función de la glorificación del autor le ha dado cierta sacralidad que lo vuelve un objeto museístico. Desaparece el humor, desaparece lo lúdico, desaparecen los chistes internos de los que esta obra está hecha y que el decir solemne de ciertos actores ha hecho que Shakespeare sea leído como en misa. Por eso preferiría cambiar la pregunta y señalar que más que a diversas interpretaciones Hamlet se presta a diferentes versiones pero que no son necesariamente interpretaciones diferentes.

- Porqué Hamlet es tan codiciado que existen diversas interpretaciones cinematográficas, que pensás de ese fenómeno?
Existe una creencia en el mundo actoral que consiste en que todo actor, para consagrarse, tiene que hacer un Shakespeare. Y dentro del hacer un Shakespeare, muy puntualmente, interpretar Hamlet. Y es lógico porque se entiende que hacer una pieza de este autor es de una exigencia superlativa ya que es muy sencillo fallar. El problema de hacer Shakespeare no obedece estrictamente a un tema interpretativo sino a una cuestión básica de dirección. Hay, en este sentido, varios problemas en el teatro contemperáneo. Por un lado el sistema productivo vuelve muy dificultoso el hacer Shakespeare siguiente a rajatabla lo que la pieza propone. Los elencos son más pequeños y el realismo escenográfico imperante obliga a cambios imposibles. Por tal razón los directores se ven obligados a versionar el texto. Y el problema de alterar un texto de Shakespeare es que hay que hacerlo con mucho conocimiento porque todo tiene un entramado muy singular que hace que cuando se mueve alguna pieza, algún elemento menor, hay que tener muy presente si eso no obliga a hacer otras alteraciones. La maestría de este escritor reside precisamente en que compone mundos compactos en los que cada elemento está en diálogo con todos los otros. Probablemente no haya un dramaturgo al que más le quepa la noción de demiurgo: fue un creador de universos en donde hasta lo mínimo significa.

- Qué diferencia hace a tu parecer interpretarla en otro idioma, como te suena el " to be ir not to be " en ruso por ejemplo?
No creo que haya una singularidad en el idioma. En todo caso el problema reside en la traducción como totalidad pero no en el decir. Es decir, su teatro es profundamente poético a través de un uso poetizante del lenguaje, en el que el lenguaje no necesariamente apunta a un referente externo. Su estructura obedece a un funcionamiento interno y no tanto hacia una descripción del afuera. Esto vuelve compleja la traducción porque el traductor debe encontrar un sistema de traducción y no simplemente una traducción idiomática. Pero no se me ocurre que haya valores diferentes con excepción de cuestiones estrictamente idiomáticas pero que no se restringen a Shakespeare sino a todo el arte. Si el verbo "to be" no diferencia ser de estar es obvio que en las lenguas en las que este verbo único se fragmenta y divide en dos distintos, obviamente que habrá matices semánticos particulares, pero, insisto, esto obedece al problema de la traducción y no atañe con exclusividad a Shakespeare.

- Hamlet parece un personaje inmortal, Porque no pierde actualidad y le interesa al espectador contemporáneo? Qué potencia consideras que entraña esta tragedia.
A mi no me parece tan importante pensar en Hamlet como personaje que como obra. Por supuesto que podemos encontrar en él elementos propios de la cultura como la trillada interpretación acerca del modo en el que los padres hacen morir a sus hijos, la idea de que la generación futura no puede vivir su vida porque tiene que vivir la de la generación anterior cumpliendo sus expectativas y cuanta obviedad del estilo queramos ver. Hamlet es más importante como obra que como personaje. En tanto obra se inscribe a la perfección en al estética de su tiempo y es una perfecta muestra de lo que yo denomino teatro anaurático: un tipo de teatro que está en condiciones de exhibir materialmente la estética y el arte a los que pertenece. ¿A qué me refiero? Muy puntualmente a lo que la academia denomina como momento "metateatral": la obra de teatro dentro del teatro, la puesta en abismo. Cuando Hamlet monta la obra de teatro para hacer autoincriminar a su tío sobre la muerte de su propio padre y de ese modo acercarse a la justicia/venganza, la pieza llega a un lugar muy atractivo de juego de espejos. En este sentido Hamlet funciona, además de como obra, como pieza manifiesto. Shakespeare dice a través de ella su pensamiento sobre el teatro, y que no es original de él sino propio de su tiempo. En esta obra se discute sobre el valor de la verdad y el modo de hallarla: la ficción. En términos estrictamente argumentales Shakespeare nos dice que el único modo de llegar a la verdad es a través de la ficción, el teatro tiene el poder de denunciar la verdad pero a través de la ficción, no de la declamación de la misma. Y esto que se aplica a Hamlet también se aplica, como ámbito estético de reflexión, a La vida es sueño, pieza representativa del barroco español de Pedro Calderón de la Barca. Hamlet es de 1603 y La vida es sueño de 1635. Y sintomática en las dos se busca llegar a la verdad a través de la representación. En ambas hay un modo de conocimiento antiguo (los espectros, fantasmas y adivinos) que se enfrenta a un modo "positivista" de producción de conocimiento. Ambas obras plantean un cambio de paradigma. Y allí radican parte de sus valores más allá de si el espectador contemporáneo es consciente de ello. Y esto atañe estrictamente al presente (entendiendo por tal a todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI): la pregunta permanente por la realidad y el modo de representarla.

NOTAS

  1. Es crítico e investigador teatral, docente universitario. Licenciado en Artes Combinadas por la UBA. Ha publicado los libros "El giro político. Una introducción al teatro político en el marco de las teorías débiles (debilitadas)" y "Por una critica deseante".