Libros, libros y más libros

Entrevista a una escritora
Alicia Dujovne Ortiz *

Los analistas tenemos la suerte de aprender de los escritores, especialmente de aquellos que aportan algo de un real, que "tocan" con sus palabras, con su decir algo de lo imposible a trasmitir.

Mi encuentro con Alicia Dujovne Ortiz, a principios de otoño, en un café de Buenos Aires, se caracterizó por la sorpresa, la alegría y la conversación entusiasta y fluida. Un encuentro con alguien que se interesa por temas y vivencias de las que no se habla habitualmente.

Podemos afirmar que Alicia tiene la decisión, las herramientas y el coraje de decir y trasmitir, algo, de lo que en general queda en el terreno del misterio.

Su interés por la mística viene desde su adolescencia, experiencias, sensaciones, que para ella fueron determinantes. Sensaciones que son un fenómeno diferente, una "lluvia de felicidad", según sus palabras.

"Un corazón tan recio" [1], una "autobiografía ficcional" de Santa Teresa de Ávila, es un recorrido por la vida y la obra de esta mujer extraordinaria, personaje apasionado, tenaz y decidido. Es el resultado, también, de una exhaustiva investigación con una prosa llena de humor y sensualidad.

Las descripciones de los éxtasis son inolvidables. Ni Teresa misma en su autobiografía: "Vie écrite par elle-même" [2] los describe con esos preciosos matices, esos "divinos detalles". Teresa mística y poeta, goza de la experiencia de los éxtasis definidos como "ese recio martirio sabroso", que tanta desconfianza inspira en sus confesores, indaga en la historia de su abuelo "judaizante", condenado por la Inquisición. Cristiana y judía, asceta, maliciosa y sensual, audaz aventurera dotada de astucia y sentido práctico, funda la Orden de las Carmelitas Descalzas, siempre "cuerpeándole a la hoguera" según palabras de la autora.

"… me interesa el tema de la mística desde mi adolescencia…. Sigo pensando que se trata de un fenómeno aparte,distinto de la emoción estética o amorosa". [3]

Una escritora que nos aporta, con humor y agudeza, desde su experiencia y a través de Teresa de Ávila, algo de ese "goce adicional" del que Lacan dice en "Encore". "Hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella misma, a no ser que lo siente: eso sí sabe. Lo sabe cuando le ocurre". [4]