EntreLibros | Boletín de la Biblioteca de la Escuela de la Orientación Lacaniana EntreLibros
 
 
 
#10
Noviembre 2013
 
Sumario
La batalla del autismo. De la clínica a la política - Piezas sueltas
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Edición 10
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Cuarta Noche de Biblioteca

 

Presentación del curso Piezas sueltas de J.-A. Miller
Mauricio Tarrab

Un libro siempre abre nuevas expectativas. Funciona para cada uno de un modo peculiar. Se extravía en la biblioteca con más delicadeza o gravedad que los apuntes fotocopiados o las páginas de la impresora abrochadas con un clip. En fin, cuando se lo edita, un libro existe de otra manera que lo que fue el curso oral que le dio origen. Y por eso su edición merece una presentación.
Me sorprendí hace poco cuando unos colegas uruguayos me dijeron que en Montevideo no se pueden encontrar los cursos de J.-A. Miller. Es algo difícil de entender para quienes recién estamos tratando de entender esa comunidad y al mismo tiempo es para nosotros casi impensable no contar con estos cursos. Contamos con eso ¿verdad?
Bien… en el año '87, yo viajaba de paseo por primera vez a Paris, cosa que no volví a hacer –viajar a Paris de paseo– hasta muchos años después, al menos 25. Antes de viajar algunos amigos, Chamorro, Cacho Sawicke, me dieron una misión ineludible. Yo debía conseguir y traer a salvo las desgrabaciones de las clases del curso que Miller estaba dictando en ese momento. Para eso me dieron algunos números de teléfonos reservados, algunas claves secretas y contraseñas extrañas que yo debía dejar caer en los oídos adecuados y en el momento oportuno. Ya que mi contacto argentino no estaría en Paris en esa semana, la cosa se complicaba para mí ya que debía contactar a un colega francés y mi francés era entonces desastroso. Así lo hice y después de algunos circunloquios telefónicos incomprensibles, me citó en un departamento del Bvld Raspaill. Luego de tocar el timbre de la manera convenida, y de haber subido por uno de esos ascensores insólitos que parecen implantados de manera extemporánea, me encontré frente a un personaje que podría haber sido el octavo miembro, francés, de los 7 locos de Roberto Arlt.
Luego de un diálogo imposible y con una displicencia parisina que recibí allí por primera vez –y que luego aprendí a devolver golpe por golpe con mi propia displicencia hacia ese rasgo incurable– el octavo loco me dio de mala gana la transcripción del curso que en francés se llamaba Ce qui fait insigne y que luego, al editarse en español, se llamó Los signos del goce.
Todos sabemos que poco tiempo después las cosas salieron de ese clima novelesco de traficantes de oro y se fueron difundiendo con más facilidad, hasta llegar al extremo actual en que algunos amigos twitean novedades desde el salón en el que J.-A. Miller está hablando...
El Miller twitteado no me gusta, no porque no vea que el método es eficaz, o porque el formato de discurso fragmentado me resulte banal e insoportable. No es solo eso lo que no me gusta, y no solo por twitter. Lo que no me gusta, y lo digo de esta manera porque parte de un cierto disgusto, es la voracidad por la novedad. La voracidad por la novedad es, a mi juicio, no un problema alimenticio, es una limitación que encuentro en nuestra comunidad donde hay un déficit de estudios profundos. De lecturas profundas. Devoramos la novedad, como lo hacemos con los diarios. Y como nada hay más inútil y aburrido que el diario de ayer, rápidamente pasamos de una novedad a la otra. De un twitt a otro twitt y así pasamos de un tema candente a otro tema candente, a veces sin solución de continuidad, ni lógica. De ese modo muchas cosas en nuestra extendida comunidad, se ponen de moda y declinan un tiempo después, como estrellas fugaces, en el mejor de los casos. A mi juicio, para ciertas lecturas, para ciertos desarrollos, para ciertos estudios, se necesita tiempo. Como para el análisis. Así como hay entre nosotros un elogio de la contingencia, del corte, del instante, lo que muchas veces nos hace olvidar que sin el automatón de la repetición y el tiempo que debe transcurrir, el análisis no sería posible, salvo extraordinarias excepciones y extraordinarias circunstancias. utomatios. Y esa lectura de JAM io de la contingencia que muchas veces hace olvidar que sin el automatios. Y esa lectura de JAM
Se entiende el deseo implícito allí, y lo que nos anima a esperar lo que tiene para decirnos el próximo miércoles, o cuando sea que retome su curso… podría apurarse un poco, ya se tomó demasiado tiempo… ¿qué hace?, ¿está descansando…? Twitt twitt twitt. Pero, si vemos bien, no es una lectura apresurada la que Miller ha hecho, y sigue haciendo de Lacan. Es por ese tiempo que ha recibido también reproches a diestra y siniestra. Pero no es la suya una lectura en el subte… Y este curso enseña de manera muy explícita cómo Miller lee a Lacan, en este caso cómo Miller lee al Lacan del Seminario XXIII, El sinthome.

Creo que hay una línea que puede trazarse entre aquel Seminario de Lacan de una sola clase, que es casi una pieza suelta en su enseñanza y al que JAM llamó entre nosotros el seminario "inexistente" y este curso que presentamos hoy. Quizás es una audacia decirlo pero creo que puede trazarse una vía entre la enseñanza clásica de Lacan y la lectura que JAM hace del último Lacan. Voy a decirlo directamente, y al decirlo tengo la idea de decir algo obvio: Piezas sueltas es el extremo de la trayectoria de reducción del Nombre del Padre. Podríamos oponer el Nombre del Padre y Piezas sueltas. Es una manera de decir que podemos poner en un extremo de la enseñanza de Lacan al Nombre del Padre, al Padre, y en el otro extremo al Sinthome. Como lo dice Lacan en el Sinthome: "nuestra aprehensión analítica de ese nudo es el negativo de la religión".
Porque al fin de cuentas Piezas sueltas, las Piezas sueltas que J.-A. Miller presenta en su curso, nombran el funcionamiento de ese fragmento de escritura, de ese trozo de real que es el Sinthome. Lo genial de esa reducción es que vuelve al síntoma un lazo con una función, la del Nombre del Padre. Por su parte, esa reducción en el caso del Nombre del Padre lo vuelve síntoma. Es como J.-A. Miller atrapa en este curso la aspiración de Lacan de reducir el síntoma. Lo atrapa como una pieza suelta.
"La pieza suelta, cuando ya no sirve para nada, es una figura fuera del sentido. Pero en el momento mismo en que ella no sirve ya para nada en cuanto tal, puede ser sometida, prestarse a mil y un usos."
¿Pero de donde sale la Pieza suelta? Sale de Lacan, Miller lo señala en la primera clase: "En el seminario La angustia, Lacan aísla la función de la pieza suelta como un módulo de objeto característico de la experiencia moderna. Allí la pieza suelta sirve de aproximación, de esbozo de lo que Lacan elucubra como objeto a." Hasta ahí la referencia, pero lo que JAM hace con esa referencia es otra cosa.
Sabemos cuantas otras veces JAM ha extraído pequeñas frases de la enseñanza de Lacan, algunas pronunciadas o escritas una sola vez, y que al desarrollarlas, al desplegarlas, al llamar la atención sobre ellas, mostró cómo allí se encerraban profundas consecuencias para el Psicoanálisis. En algunos casos las ha elevado al nivel de conceptos que nos resultan ya ineludibles: el atravesamiento del fantasma, la identificación al síntoma, la hystorización… que solo han sido dichas una vez por Lacan, y Miller les ha dado un lugar destacado. Y al contrario, cuando forjó la pareja "Partenaire-Síntoma", él mismo señaló en algún lugar de aquel curso, que eso no estaba en Lacan, eso no está dicho ni una sola vez, no se trata de una referencia posible de situar. Y sin embargo una vez que él la formuló se hace evidente que esa pareja se deduce de la enseñanza de J. Lacan.
"Piezas sueltas" no es ni una cosa, ni la otra. Esa expresión puede encontrarse en el Seminario La Angustia, pero en este curso es una expresión sacada de aquel contexto y usada para otra cosa, como una –precisamente– pieza suelta, cumpliendo en acto la función novedosa que ha tenido a partir de ese momento en la Orientación Lacaniana. La extrae, la arranca de un momento de la enseñanza de Lacan, incrustándola en otro plano, haciéndola útil para otra cosa, dándole un brillo que la hace notable y volviéndola un instrumento para leer el Joyce que Lacan construye en el Seminario 23.
El problema que se aborda en este curso es cómo leer el seminario del Sinthome. ¿Cómo leer ese "desconcertante" y "perturbador" seminario? JAM es contundente, recomienda dejarse poseer por el seminario… sumergirse en eso, ir más allá de las incongruencias que se encuentran allí y que nos espantan.

"Cuando venía para aquí, me decía que en verdad yo era como Pulgarcito y tenía los guijarros en mis bolsillos para no perderme en el bosque de los nudos."
Y esta frase en la que se presenta como Pulgarcito frente al gigante Lacan pero también frente al enigma de este seminario, toca un punto álgido respecto de los nudos en la última enseñanza de Lacan.
Corría el año 2004, y ya que lo he escrito textualmente en la contratapa del libro, por qué no decirlo así, en ese año 2004 en medio del furor borromeo, de la confusión y del enredo, Miller, con algunas piezas sueltas muestra por donde avanza la enseñanza del último Lacan.

¿Y cuáles son algunos de los temas que se abordan aquí, qué temas ustedes encontrarán desplegados en estas páginas como una indagación y una toma de posición alrededor del Sinthome?
Muchos, verdaderamente muchos temas que han producido una profunda modificación en nuestra manera de pensar el síntoma, el inconsciente, el nombre del padre, para nombrar solo tres conceptos que nos son ineludibles. Pero también ha producido una verdadera modificación en nuestra concepción de la práctica misma del psicoanálisis. Y todos quienes estamos en esta orientación somos deudores de ese giro y de la manera en que JAM las ha trabajado en Piezas sueltas. La clínica pragmática, el uso del síntoma, salen de aquí. Están en el seminario de Lacan pero son extraídas de allí de tal manera que las hace útiles para la práctica.
No puedo ni quiero extenderme en una enumeración de temas, solo mencionaré uno.
Si hay una puerta de entrada a esa enseñanza es el énfasis puesto por J. Lacan en la nominación en desmedro de la comunicación. Y ese énfasis modifica por ejemplo un instrumento básico en el psicoanálisis como lo es la interpretación.
Lo cito para ustedes cuando en la segunda clase señala:
"Mientras vamos de la mano de Freud, hay formaciones del inconsciente, pero cuando vamos de la mano de Joyce, adquirimos esta perspectiva desde la cual las formaciones del inconsciente no son más que bordados en torno del cogollo de lo real, a partir de allí la meta del análisis es aislar ese cogollo y, para hacerlo, habrá que dejar caer el bordado. Dejar caer el bordado es diferente de descifrarlo, pues descifrar siempre es enlazar."
De Freud a Joyce, de la comunicación a la nominación, del inconsciente al síntoma, del desciframiento a aislar un pedazo de real. Mientras estamos con Freud, mientras estamos en el campo del Nombre del Padre, el síntoma responde ¿pero qué es interpretar cuando el síntoma ya no responde?
Y sin embargo en ese límite, en el análisis usamos el nombre del padre, desciframos, producimos lo que llamamos efectos de verdad, pero al final, vemos que todo eso, todo el campo del sentido se ordena por un real que hay que aislar. Esos trozos de real son las piezas sueltas que JAM presenta de distintas maneras en este curso. La práctica del psicoanálisis se ve así transformada, la experiencia del psicoanálisis se ve transformada.
Termino estas breves piezas sueltas citando al autor:
"En un psicoanálisis, todo lo que leemos –veámoslo así– converge en algo ilegible que circunscribimos, que ceñimos, que aislamos. Para obtenerlo, para llegar a eso, sin duda hay que trabajar duro, es necesario haber llevado la lectura al límite. ¿Y luego? Pues bien, llegamos a lo que denominaré "el estado Joyce" del síntoma, el estado en el cual ya no queda más que hacer del síntoma una obra. Lacan dio a esta invitación el nombre o el disfraz de pase. El pase no es una salida, es incluso lo contrario: un modo de arreglárselas. No salir de, sino arreglárselas con. Es un arte, es decir, un artificio".

Esto me lleva a una breve reflexión final, o mejor a tres piezas sueltas que les propongo tener en cuenta esta noche:
1. Leer a Lacan. Siempre me pareció que lo leía como piezas sueltas. ¿Quién hay leído de punta a punta –quizás Gerardo– los Escritos o en el otro extremo L'etourdit? O los textos que ustedes elijan.
Lo que uno extrae, corta, del texto, ¿no son acaso piezas sueltas que tratamos de emplamar a veces con desesperación con otras para construir nuestro propio patchwork de Lacan?

2. Un análisis, un psicoanálisis como experiencia, ¿no es acaso una experiencia donde se obtienen piezas sueltas? El analizante, lo dije alguna vez en un testimonio, se esfuerza por mantener una continuidad, de una sesión a otra, se esfuerza por obtener una coherencia entre una sesión y otra, que a la sesión uno le siga la sesión dos y confía que sea el analista el que las enhebra y que mantiene firmemente ese hilo de Ariadna. A veces es así pero a veces se tiene la evidencia que no lo es. Pero la experiencia como tal es una experiencia hecha de piezas sueltas a la que el sentido, a la que la dimensión semántica da ilusión de coherencia.

3. Y en tercer lugar, el Pase. Si el pase es haber llegado al estado Joyce del síntoma, si el pase no es una salida, pienso que los testimonios de los AE, para los AE mismos surgen de la urgencia por engarzar de un modo nuevo esas piezas sueltas.

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