EntreLibros | Boletín de la Biblioteca de la Escuela de la Orientación Lacaniana EntreLibros
 
 
 
#10
Noviembre 2013
 
Sumario
La batalla del autismo. De la clínica a la política - Piezas sueltas
Tercera Noche de Biblioteca
Cuarta Noche de Biblioteca
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Edición 10
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Cuarta Noche de Biblioteca

 

Presentación de Piezas sueltas
María Leonor Solimano

Agradezco a la Secretaria de Biblioteca y al directorio la invitación a la presentación del curso de J.-A. Miller Piezas sueltas. Curso dictado en el 2004-2005
Hacer que me comprendan es mi talento dice J.-A. Miller, y este consiste en hacerles creer que Lacan puede ser comprendido. Los textos de Lacan son difíciles de comprender, resultan a veces inaprensibles y eso permitió tener cierta idea de lo real.
En el curso El ultimísimo Lacan, Miller nos cuenta el secreto de su claridad: piensa que es el esfuerzo por no dejarse llevar por la disancia de los psicoanalistas y también por dejarle el rasgo singular del decir a Lacan. Y así uno lo lee y parece escucharlo.
En este curso que presentamos, en la primera parte esclarece a Lacan y luego empieza su apasionada batalla contra el cognitivismo comportamental.
Si de toda enseñanza solo quedan piezas sueltas, se trata entonces de conocer la pata de palo en torno de la cual se formó el cuerpo de cada uno a fin de esconderla, para darle una función.
Lacan toma la mano de Joyce como Dante toma la de Virgilio para visitar el infierno, el purgatorio y el paraíso, entonces Miller nos da su mano y recorremos El sinthome.
Nos devela que el sinthome está hecho para pensar a partir de un paradigma diferente: Nos muestra a un Lacan que como la carta robada dejó entrar a todo el mundo y se escondió de modo de permanecer a plena luz, como un diablo tanto más presente cuanto menos hace creer que existe. De su mano recorremos el primer capítulo del sinthome.
Nos muestra que la coherencia es un artificio. Y que las piezas sueltas dan a la contingencia prioridad sobre la coherencia, lo que conlleva la regla analítica. A un analizante se le pide que entregue su pensamiento como piezas sueltas sin preocuparse por la verosimilitud. La pieza suelta una vez que se ha separado de su función, se torna enigmática, y es de goce puro, lo que no sirve para nada. El sinthome es una pieza suelta que se separa para disfuncionar.
Nos muestra a un Lacan spinozista, porque el pensamiento del hombre está, para él, indisolublemente vinculado al cuerpo y a lo que lo afecta, es decir, un modo de goce. Pensar es pensar al cuerpo en tanto que goza. El cuerpo es al goce como el yerro al pensamiento.
El sinthome es la relación pura de cada uno con lalengua, esta toca a cada uno y a partir de esta contingencia hay traumatismo.
Estamos recorriendo los capítulos del sinthome, sus notas, sus secretos. Señala que el privilegio de Joyce es que fabricó ese escabel con su decir a partir del traumatismo inicial sufrido por lalengua, llevó el acontecimiento de cuerpo hasta una suerte de eternidad.
Nos aconseja distinguir la nominación y la comunicación ya que hacer esta diferencia es la puerta de entrada a la última enseñanza de Lacan. Allí es cuando Lacan le suelta la mano a Freud y se aventura más allá. En el lugar de la comunicación aparece singularmente la nominación y en la nominación el parloteo se anuda a lo real.
El nombre del padre es un S1 que ayuda a volver legible el goce. Él nos lleva consigo en esa lectura, en esa reflexión, que consiste en pensar el goce sin el S1, que lo vuelve legible. Es como afrontar el Finnegans Wake de Joyce en el cual el S1 no opera.
Miller piensa que quienes ocupan el lugar del amo son más bien esclavos, antiguos esclavos emancipados. Nos quiere facilitar el paso con el camino que se abrió para él y entonces nos captura, con benevolencia, intentando hablar nuestro lenguaje.
En lo que yo llamaría una segunda parte, Miller emprende una vigorosa y combativa lucha en nombre del discurso analítico contra la mecanización que se impone de un Otro exigente, contra la estandarización de lo Psi. En el Capítulo XI Las TCC: una utopía totalitaria, nos metemos de lleno en la lucha contra el informe del INSERM sobre las psicoterapias. La evaluación en todos los ámbitos es el último esfuerzo de la administración para mantener a raya los progresos del mercado y domesticar toda actividad.
Época de la Agencia Lacaniana de Prensa con esos textos en los cuales se solicita al sujeto que se autoevalúe en relación con los otros, con la convicción de que la conciencia de sí al fin de cuentas manda. Cuanto más se trate el sufrimiento con protocolos generalizados más se manifestará la unicidad disruptiva de los pasajes al acto.
El síntoma es reducido a la enumeración de conductas segmentadas, y toda dimensión del acto analítico es degradada por reducción a un protocolo de ítems aplicables a todos.
La evaluación es también el producto del desasosiego cuando se desmoronan los conjuntos que funcionaban tranquilamente. Es una consecuencia de la lógica del no todo y es el régimen de la sospecha generalizada.
Por un lado se organizan Forums anti TCC guiándose por la ficción de que lo real es racional. Pero nos hace poner atención en que nos demos cuenta de que hay algo que sacude a la civilización.
Nos confiesa el placer que le produce enviar sus reflexiones cotidianas por internet. Cómo no recordar que amanecíamos y prendíamos la computadora para seguir atentamente sus publicaciones.
Como la perra de Lacan, Justine, el cognitivismo, nos dice Miller, si bien se manejan con la palabra y se hacen entender, desconocen la metáfora y la metonimia, no pueden fingir. Puesto que lo que está en primer plano en la enseñanza de Lacan es el perseverar en el propio ser. Cada uno hace lo que debe hacer: el gato ronronea, el perro ladra y el hombre habla.
Miller nos propone a través de Catherine Lacaze-Paule un modelo con su escala evaluativa de uso único: El Pase; a partir de una huella indeleble dejada por el trauma, esta escala evalúa la eficacia con duración indeterminada de la palabra.
Pero el hombre no sabe lo que dice y los psicoanalistas, Santos, en el decir de Lacan, llegan a atemperar esa maleficencia del lenguaje que los empuja a ellos a aventuras equívocas.
Para terminar, Miller vuelve a las conclusiones del sinthome y antes de soltarnos la mano, nos explica: si el sinthome se presenta como un cuestionamiento de los nombres en relación con la invención de lo real, esta puede llegar a poner en tela de juicio la invención del inconsciente y lo que tiene sentido. Con el significante seguimos enredados en la idea de eternidad y el acento hay que ponerlo en la vida como transitoria, la vida del cuerpo del parlètre, la vida del cuerpo que se consume.

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