EntreLibros | Boletín de la Biblioteca de la Escuela de la Orientación Lacaniana EntreLibros
 
 
 
#9
Agosto 2013
 
Sumario
El lugar y el lazo
Segunda Noche de Biblioteca
Los libros de la buena memoria
Notas sobre la traducción
La mesita de luz
¿Qué se lee en la ciudad?
Nuevas adquisiciones
Actividades de las Bibliotecas
Información práctica
 
Edición 9
DESCARGAR EN PDF

Segunda Noche de Biblioteca

 

Presentación del curso de Jacques-Alain Miller El lugar y el lazo
Ricardo Nepomiachi

Muchas gracias por la invitación.
Entiendo que los cursos de la orientación lacaniana de Jacques-Alain Miller a lo largo de tres décadas han fundado nuestra transferencia con el Campo Freudiano sostenido en la enseñanza de Lacan. Y hoy más que nunca es necesario reconocer la potencia de esta enseñanza para sostener el psicoanálisis como experiencia en el siglo XXI.
Entre la multiplicidad de notas que una lectura atenta, y por supuesto nunca agotable, de este curso pueden resonar en cada uno de nosotros ─recién escuchamos qué resonaba en Marita, por ejemplo─, quiero destacar tres, orientadas por el trípode: política, clínica y episteme.
En primer lugar una política. Resulta fundamental ─y esto fue señalado también─el hecho de que se trata del curso 2000-2001, que inicia un nuevo siglo, lo que lo lleva a Jacques-Alain Miller a retomar algo que diez años antes ya había anunciado en términos de la distinción entre psicoanálisis y psicoterapia. Claro que en este momento lo trata con otro estatuto, pero sin duda esta distinción entre psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado a la terapéutica y psicoterapia, será, a mi entender, el fundamento de la dimensión propiamente política de este curso. Es que esta distinción impone asumir una ética conforme a la radicalidad del discurso analítico y que dé razón a su presencia, a la existencia del psicoanálisis en el mundo.
Porque el mundo ha absorbido al psicoanálisis marcándole un destino, que Jacques-Alain Miller advierte como signo y que es el de la creciente demanda de la palabra y la escucha (el par palabra y escucha), y que por esa vía se reduzca el psicoanálisis entonces a una terapia. Su consecuencia, en ese sentido, es una verdadera degradación de la experiencia, que la condena a su extinción; y es deber entonces de los analistas no ceder a la presión para someterlo. Para ello es necesario sostenerse en la antinomia entre la ética que sostiene el discurso analítico y la ética de la civilización.Esta antinomia ubicará el psicoanálisis en un lugar aparte, en un lugar de segregación estructural que, según Jacques-Alain Miller, nos corresponde asumir para no desmentirlo, para no desmentir el psicoanálisis.
Entonces el problema será cómo existir al lado de otros discursos y no ser absorbido por éstos. La respuesta política es: manteniendo la brecha con la psicoterapia ─que es un eje que recorre todo el curso─, que es considerar el síntoma en su estatuto de real. Y en este punto es crucial la distinción que introduce aquí entre el ser hecho de sentido y lo real propio del psicoanálisis.
En esta distinción encontrará su fundamento, a mi entender, lo que sostiene a Jacques-Alain Miller en su enunciación. Me refiero a que los enunciados y las elaboraciones que hace para la distinción entre psicoanálisis puro, aplicado a la terapéutica y la psicoterapia, tienen una enunciación que es un acto de resistencia. Y justamente en la página 52 de este curso, Jacques-Alain se pregunta si en la actualidad no se ha perdido lo real, si en la actualidad, al recubrir lo real con el sentido, no se lo ha vuelto ridículo. Algo que mencionó Marita...
Me parece que hay que darle todo su valor a esta cuestión: de qué modo el sentido, al recubrir lo real, hace de éste algo ridículo.
Y esto me lleva a la segunda vertiente, la clínica, porque me parece que hay allí algo que nos interesa particularmente respecto de este ridiculizar lo real, que fue retomado precisamente por François Leguil en su intervención en el curso. El comentario que él hace sobre la literatura psicoterapéutica llega a una conclusión crucial en este punto: dice, a partir de una deducción que él hace de la clínica psi, que "la angustia ya no es para nadie el índice de lo real". Esto es lo que deduce del campo clínico de los psicoterapeutas.
Consideremos la dimensión de esta formulación: "La angustia ya no es para nadie el índice de lo real". ¡Nada menos que la angustia! La angustia, que está en el núcleo de la teoría clínica de Freud. Incluso antes del descubrimiento del inconsciente, antes de 1900, ya Freud estaba interesado en la angustia y en su causa. Por supuesto, Lacan en esa orientación, hace de la angustia un afecto princeps del sujeto, cuyo valor subraya al sostener que "es lo que no engaña". O, como afirma en la Tercera, "es el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real".
¿Qué surge en su lugar? Bueno, esto está en el curso, está titulado "La depresión generalizada". Ésta es la contrapartida de lo que en el siglo XX tenía como valor el estatuto de la angustia compatible con el psicoanálisis. La depresión generalizada se presenta en términos de no compatible con el psicoanálisis.
La depresión nombrará el malestar en la época de los efectos del discurso de la ciencia, nombre que no cesa de aumentar, según las llamadas patologías depresivas y su correspondiente tratamiento medicamentoso. Se medicaliza la tristeza. Un signo de los tiempos que aspira, decididamente, a enmudecer el síntoma.
No sé si ustedes saben ─y es paradigmático me parece de esta posición─ que el DSM-V sostiene que el duelo no excluye el diagnóstico de depresión. Cuando en el DSM-IV esto estaba excluido, se reconocía que las personas afectadas por la pérdida de un ser querido estaban excluidas. Pero además, en particular ─Leguil señala y tiene todo su interés─, no solo se trata de eliminar la subjetividad del paciente sino también la subjetividad del clínico.
Me quiero referir en particular a esto porque yo tenía en algún lugar unas notas, a propósito de esta cuestión, de un psiquiatra, un tal Belnev, que encontré hace un par de años en una especie de foro sobre depresión que ahora no pude volver a encontrar. Pero tenía las notas y quiero que presten atención a lo que este psiquiatra dice, con mucha precisión, acerca del estatuto de la depresión en esta perspectiva: "La depresión es verdaderamente la enfermedad de la actualidad". Concuerda en este sentido con toda la máquina de propaganda, incluso sostenida por la OMS, que prevé que a partir de 2020 estará estadísticamente en el segundo lugar de enfermedades, luego de las cardiovasculares. Y agrega: "Esto no significa que se sepa todo sobre ella [un acto de modestia] ni aún que el término designe alguna cosa precisa [lo cito textual]. Sin embargo, la imprecisión permite tanto al paciente como al médico disponer de una etiqueta práctica que justifica tanto el estado del paciente como el acto médico". ¿Qué acto médico? La medicalización, el medicamento.
Ahora bien, volvamos a lo que Jacques-Alain Miller se pregunta en la página 270, luego de indicar que nada puede decirse de lo que será la experiencia del hombre contemporáneo y se hace una pregunta crucial: "¿El término depresión vencerá al término angustia?". Ésta es una pregunta que hay que sostener y tiene que orientarnos, sin ninguna duda, en nuestra política. "¿El término depresión vencerá al término angustia?": si así fuera, podríamos afirmar desde ya quese suspende por prescripción médica la cita con lo real.
Por último, la dimensión epistémica. No me voy a extender demasiado porque todo lo que Jacques-Alain Miller introduce en este curso es tema permanente en estos últimos años en nuestras conversaciones, en los seminarios, en las reuniones nocturnas. Está por supuesto referido y hay que subrayar el hecho de que él nombra en este curso un corte: última enseñanza. ¿Por qué digo esto? Porque, si no me equivoco, a lo mejor Graciela que…Si bien no somos de la misma edad, compartimos la generación que desde el ochenta siguió los cursos de Jacques-Alain Miller casi en tiempo real. Creo que no hay curso que no posea la elaboración de un concepto, un matema, y que no lo ponga en contrapartida con lo que ahora nombramos "ultima enseñanza". Es decir que el corte es nombrarlo, ya que no es la primera vez que Miller aborda la cuestión de lo que él llama la "última enseñanza". El eje, por supuesto, es preferir lo real, desconocido en los términos que Leguil deduce de la clínica de la psicoterapia. Preferir lo real supone poner en primer plano el cuerpo que goza, que lo real es sin ley y, en consecuencia, instala el psicoanálisis en el registro de fuera de sentido; abandonar la pregnancia de lo simbólico, del sentido y el saber para orientarse por el goce del viviente, que lo conduce a inscribir la expresión modo de gozar. Se trata de una reformulación de la noción de síntoma, en tanto que acontecimiento del cuerpo, y no en tanto que advenimiento de significación, como es el estatuto del síntoma-mensaje. El sinthome se constituye entonces como el punto de llegada de la clínica de Lacan, concepto clínico único, real fuera de sentido, modo de gozar, nombre de lo singular incurable.
Para concluir, a propósito de esto quisiera leerles unos párrafos que están en la página 272. Miller está hablando de los efectos de nominar y precisamente toma como binario, el nombre depresión y el nombre sinthome, y dice: "El nombre depresión es un significante en circulación, un significante cotizado y correlativo de una remodelación de la clínica en el sentido de la indiferenciación, en el sentido de un aplanamiento de la clínica que, para los audaces (que tienen peso y número), llega hasta la aspiración de que caduque el concepto de neurosis. Pues bien, utilicemos este encuentro producido aquí y por azar – ¿pero existe el azar?– para decir que, al mismo tiempo que el nombre depresión iniciaba su carrera triunfal, Lacan ponía en circulación el nombre sinthome. Resulta sobrecogedor constatar esa contemporaneidad. No podemos asegurar, por más que nos gustaría, que el nombre sinthome haya ganado su acreditación". Y más adelante: "el nombre sinthome fue promovido por Lacan ─esa es mi lectura, mi hipótesis─ como la respuesta estrictamente psicoanalítica a la época de la indiferenciación clínica, a la época de la decadencia de la clínica" que está sostenida en la noción de depresión.
Muchas gracias.

Staff
Secretaría de Biblioteca

Director
Daniel Millas
(Director de la EOL)

Dirección Editorial
Mónica Wons
(Secretaria de Biblioteca)

Comité de redacción
Catalina Bordón, Marcelo Castagnoli, María Eugenia Cora, Mónica Gurevicz, Alejandra Loray, Graciela Schnitzer, Jazmín Torregiani, Mariela Yern (Comisión de Biblioteca).

Asesora
Graciela Brodsky

Diseño
Kilak Diseño & Web

Logo y fotografía
Arq. Luz Mango