EntreLibros | Boletín de la Biblioteca de la Escuela de la Orientación Lacaniana EntreLibros
 
 
 
#9
Agosto 2013
 
Sumario
El lugar y el lazo
Segunda Noche de Biblioteca
Los libros de la buena memoria
Notas sobre la traducción
La mesita de luz
¿Qué se lee en la ciudad?
Nuevas adquisiciones
Actividades de las Bibliotecas
Información práctica
 
Edición 9
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Segunda Noche de Biblioteca

 

Presentación del curso de Jacques-Alain Miller El lugar y el lazo
Graciela Brodsky

Para mí El lugar y el lazo es el curso trauma. Sin lugar a dudas. Antes de dar las razones, podría hacer un breve comentario sobre qué implica, o las distintas vetas que tiene eso que aparece al abrir el libro: "Texto establecido por Graciela Brodsky". ¿Qué diablos es el establecimiento del texto? Para decir lo más obvio, establecer el texto implica tomar la decisión sobre el sentido, que como ustedes saben, depende de la puntuación. Son cursos que están desgrabados, y quien lo hizo ya puntuó lo que en su inicio fue un discurso oral.
Durante los meses de trabajo hasta que el libro entra en imprenta, hay que tomar decisiones. Por ejemplo, a medio camino del establecimiento de El lugar y el lazo nos topamos con una segunda versión del texto oral que tenía cosas diferentes de la primera. Puesto que son desgrabaciones, no hay un original, no hay un texto. Una vez que el curso se establece, se lo considera el texto, y es el que se toma como referencia hasta que, eventualmente, se haga una edición crítica con otro establecimiento y se señalen los errores o las discrepancias. Ese es el aspecto más evidente del sentido de "establecimiento", que hay que diferenciar de la traducción. Cuando la traducción la hace Gerardo Arenas la traducción y el establecimiento se hacen en buena medida de forma conjunta. Y a veces discutimos mucho antes de llegar a un acuerdo. Pero la decisión recae sobre mí.
El establecimiento del texto también implica poner los títulos –el curso original no tiene títulos–. Eso lo elijo yo, y lo hago en función de lo que está pasando en ese momento en el Campo Freudiano. De este modo, la decisión del título hace hincapié en algo que tal vez es un párrafo pequeño dentro de la clase misma, pero que quiero destacar para que el lector sepa que en esa clase van a encontrar una referencia clave, por ejemplo, sobre lo real y el sin ley, aun cuando en la clase se esté hablando de la metáfora paterna. Y establecer implica también cortar el texto en los distintos apartados de cada clase. Y elegir la tapa, buscarla, que es la parte más linda, indudablemente.
Pero hay un aspecto del establecimiento del que no hablé antes y que me gustaría traer hoy. Establecer implica también decidir en qué momento se publica un curso. ¿Por qué este curso que es del 2000-2001 se publicó en el 2013? Comencé a establecer los cursos de Miller en español en 1996, si no me equivoco, así que hubiera podido establecerlo antes. Como muchos, lo conocía, tenía fotocopias, versiones en francés y en castellano.
¿Por qué elegir un momento y no otro para publicar un curso de Miller? Una primera respuesta es que decidí publicarlo como parte de una trilogía que conforma Donc, Sutilezas analíticas y El lugar y el lazo porque son tres cursos que establecen la doctrina del pase y junto con Silvia Tendlarz quisimos que salieran juntos. Pero esto es una mirada retroactiva que no explica del todo por qué no antes.
Debo decir que para muchos de los que conocíamos el contenido del curso en detalle porque lo habíamos leído a medida que iba llegando por internet, el curso era una bomba de tiempo. Confieso que es un curso que guardé en un cajón, casi con cierto temor de leerlo. Y más de una vez, entre los más íntimos, hacíamos algún comentario: "¡lo que dice Miller en El lugar y el lazo!", agarrándonos la cabeza y dejándolo un poco de lado.
Recuerdo que inmediatamente después del dictado del curso viajé a Rosario para unas famosas jornadas por las que desfiló la mitad de la Escuela, e hice una intervención que ya no sé de qué se trataba pero en la que dije: "porque habrán leído lo que dice Miller en El lugar y el lazo: el pase no existe". Recuerdo haberlo dicho vacilante, nerviosa y con la idea de que estaba diciendo algo descomunal. No tuve una respuesta descomunal por parte del auditorio, pero yo tenía el sentimiento de que estaba repitiendo algo que Miller había dicho por primera vez y que no era la elucidación de la enseñanza de Lacan a la que nos tenía acostumbrados, sino algo de otra dimensión.
En la página 124, Miller dice (ahora lo puedo leer sin tanto temor): "El pase no existe, ¿escuchan? Con más precisión quizás -esto dará un poco de alivio- digamos que el pase no ex-siste. Habrá que ver qué valor propio acordamos a este artificio de escritura que logramos comunicar oralmente por medio de la entonación, dando a entender el guioncito que separa el ex de la sistencia. Lacan da a entender lo más claro posible, que el pase no existe, o que, si existe, existe más bien en estado de fantasma". Continúa un poquito más abajo: "De todos modos, antes de lanzar un ¡No, gracias!... (que fue lo que yo hice durante varios años) en relación con la última enseñanza de Lacan, antes de decir que el último Lacan no es esencial, antes de protestar por el atentado que comete contra el pase, hay que observar que en la perspectiva del último Lacan, del Juicio Último si me permiten, 'la ciencia misma no es más que un fantasma'. Este dicho de Lacan permite tragar más fácilmente que el pase podría no ser más que un fantasma. El pase como fantasma está acompañado por la ciencia, también tildada de fantasma". […] Y más adelante: "Pero si la ciencia no es más que un fantasma, también lo es ese acontecimiento de saber que es el pase. Si la ciencia no es más que un fantasma, es decir, si no tiene validez desde la perspectiva de lo real, entonces discúlpenme pero el pase sigue el mismo camino. Por eso Lacan puede decir de un tirón, en la misma frase de su seminario Momento de concluir, que la ciencia misma no es más que un fantasma y que la idea de un despertar es impensable en sentido estricto. La palabra despertar es un término iniciático que califica la iluminación del pase".
Un poco después, en la página 159, en la clase del 31 de Enero del 2001, en medio de una serie de proposiciones que calificarían a la última enseñanza de Lacan y que comienzan por "la falta de hallazgo" y "el hallazgo en falta", Miller coloca en tercer lugar "El pase en tela de juicio": "El pase es un hallazgo, incluso el hallazgo principal". "El pase es también el hallazgo propio de cada uno que está en análisis". "Pues bien, lo que acabo de decir..." -en la parte anterior de la clase- "... acerca de la falta de hallazgo y del hallazgo en falta no puede evitar poner en tela de juicio el hallazgo del pase. Al decir poner en tela de juicio no digo invalidar. Precisamente en este punto invito a evitar el o... o...".
Lo que continúa es la distinción, por primera vez, entre el pase del '67 y el pase del '76.
La interpretación que se hizo de estas clases de El lugar y el lazo tuvo consecuencias impensadas en la comunidad analítica de la AMP, especialmente en Francia, pero los coletazos se sintieron hasta acá. Algo de lo que sucedió está reseñado en una Conversación sobre el pase que se hizo en Paris en enero de 2010, posteriormente a las jornadas de noviembre del 2009 donde reinó una increíble algarabía en relación al pase y el final de análisis. En enero del año siguiente, se hace esta Conversación sobre el pase en la que Miller desliza la posibilidad de reinventar el dispositivo. Comparando ese momento con los años precedentes, François Leguil trae a colación una carta de Lilia Mahjoub que apareció en el famoso Journal des Journées que fogonearon las jornadas del 2009: Traduzco: "Hubo durante algunos años una deflación del pase. Los carteles quedaron silenciosos. Lo que el colegio produjo fue desconocido e inexplorado. Los debates de lo que se llamó el "mini colegio" permanecieron en un cajón. Los AE se quejaban de lo poco que se frecuentaban las noches en las que ellos hablaban, de la manera como el Colegio [del pase] se desarrolló y del espíritu que allí reinaba, del secretariado del pase que los deprimía anunciando la muerte del pase"
Ese era exactamente el clima. Por ejemplo, cuando el Consejo de la AMP preparaba el congreso de 2006 en Roma y trataba de organizar las mesas: y dar un lugar al pase, alguien dijo: "para qué vamos a insistir con algo que ya está muerto".
El primero de Noviembre de 2005 el procedimiento del pase se suspendió en la ECF. Se suspendió porque hacía dos años que no había ninguna demanda de pase.
Lilia Mahjoub responde a la intervención de F. Leguil: "El Consejo [de la ECF] tendría que haber puesto un poco atención sobre ese punto. Pero no se qué paso. Algo se atenuó, se deshilachó, se fue apagando poco a poco. Como usted acaba de remarcarlo, a partir del año 2000 las demandas fueron escaseando. Sólo 11 demandas entre el 2001 y el 2002. Se le asestó un golpe al pase y el Consejo no se interesó más. Eso se fue atenuando paso a paso, poco a poco. Y las enseñanzas también: ¿cómo se puede crear transferencia alrededor de esto en este estado de cosas?
Cuando digo que El lugar y el lazo fue el curso trauma, tengo al menos el consuelo de que no fue un trauma sólo para mí y que la lectura un poco apresurada (quizás hay que leer una expresión de deseo en las lecturas apresuradas) trajo como consecuencia inmediata que, si el pase no existe ¿para qué presentarse al pase? Nadie se va a presentar a un dispositivo que está muerto. Si el pase es una bomba, como alertaba Miller en el momento de la fundación de la EOL, lo es precisamente porque uno no sabe por qué lado estalla. Y se ve el estallido del pase que siguió al curso El lugar y el lazo.
Si me animé a publicarlo ahora es porque el pase está floreciente, porque en los últimos cinco meses se han nombrado ocho nuevos AE dentro de la AMP, porque yo misma verifiqué que el pase seguía vigente y gozaba de buena salud. Cuando Mauricio Tarrab se presentó al pase en esa época, lo cargábamos un poco diciéndole que era el último mohicano.
A partir de El lugar y el lazo y de su efecto trauma se hace más evidente la voluntad de Miller por salvar el pase del descrédito en el que había caído en los últimos años de Lacan, y adquieren entonces otra dimensión los distintos nombres que fue dándole: el pase clínico y el pase procedimiento, el pase y el pase bis, el pase saber y el pase satisfacción, el pase de Lacan y el ultrapase. El pase del '67 es el pase de Lacan, y ese no es el pase que practicamos. El pase de Lacan no implicaba ningún tipo de enseñanza, ni de los AE ni mucho menos de los carteles. Creo que el curso El lugar y el lazo abre de una manera humilde, de una manera no estrepitosa, de una manera discreta, una nueva época. No solamente una nueva época porque es la puerta de entrada a la última enseñanza de Lacan, sino porque inaugura lo que es la práctica del pase que conocemos, la práctica del pase que Miller impulsó y que mantiene vivo hasta el día de hoy, valiéndose de unos pocos renglones en los que Lacan se refiere a la satisfacción que marca el final del análisis.
La última enseñanza de Lacan es muy divertida, o muy interesante, según cómo se la mire. Hablamos de la última enseñanza de Lacan como si hubiéramos nadado toda la vida en ella. Y hablamos del pase y del sinthome como si fuera algo con lo que hemos nacido. Pero no, al menos para mi generación eso nació con El lugar y el lazo y nos llevó trece años digerirlo. Y ahora parece que fuera la papilla con la que nos alimentamos desde siempre.
Pienso que el curso abrió una nueva época en la orientación lacaniana. Quizá todavía no tengamos noción de la novedad que este curso implica porque estamos, de pleno, metidos en las consecuencias de esa nueva época.
Gracias.

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