EntreLibros | Boletín de la Biblioteca de la Escuela de la Orientación Lacaniana EntreLibros
 
 
 
#7
Octubre 2012
 
Sumario
El Seminario 19 ...o peor y Hablo a las paredes
Segunda Noche de Biblioteca
Los libros de la buena memoria
Notas sobre la traducción
La mesita de luz
¿Qué se lee en la ciudad?
Eventos
Nuevas adquisiciones
Actividades de las Bibliotecas
Información práctica
 
Edición 7
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Segunda Noche de Biblioteca

 

¡Ahijuna!
Gerardo Arenas

Agradezco a la Comisión de Biblioteca de la Escuela la invitación a participar de esta velada, que me posibilita compartir esta mesa con Silvia Ons, con Mónica Torres y con mi amiga Mónica Wons, y así dialogar con ustedes.
¿Para qué presentar el Seminario 19 y Hablo a las paredes, me pregunté, si seguramente todos ustedes conocen ambos libros y quizá ya los han leído? En general, presentamos libros para intentar que la gente los compre rápido y –es el objetivo de máxima– que los lea, pero cuando se trata de volúmenes que integran la enseñanza de Lacan, ante un público formado por analistas que se consideran lacanianos esa función es por completo superflua. Aquí no tiene sentido alguno esgrimir argumentos de librero, del estilo Para este día lluvioso puedo ofrecerle algo como Hablo a las paredes… o peor.
Una presentación tampoco es el sitio más adecuado para dar una clase sobre el libro o sobre su autor, y en consecuencia el presentador suele hablar del deleite que le produjo leer esa obra o intenta contagiar a los presentes un modo –el propio– de encarar esa lectura. Pero nada de eso tiene mucho alcance si no trasciende el ámbito de los gustos de quien habla.
En lugar de eso, me propuse hoy el desafío de hablar de estos dos textos con la aspiración de trasmitir una manera de abordarlos que pueda ser de utilidad para la Escuela en su conjunto, especialmente en las actuales circunstancias. Ustedes me dirán, al final, si lo he logrado o no.

En Hablo a las paredes, Lacan destaca cuánta importancia otorga a la relación del psicoanálisis con la lógica –una importancia que excede la que nace de la estricta implicación de la lógica en el inconsciente (HP: 24, 101).[1] De hecho, él da comienzo a su seminario de ese año anunciando que explorará una nueva lógica, y señalando que todo cuanto la lógica diseñó, desde su origen, para relacionar el lenguaje con lo real, puede permitirnos localizar ciertas líneas de fuerza de ese campo del lenguaje descubierto en la experiencia psicoanalítica. Pero esas líneas no nos caen del cielo cual maná: deben ser inventadas, debemos producirlas –tal como Faraday inventó, dos siglos atrás, las líneas de fuerza de un campo electromagnético. Aquí, por ejemplo, Lacan parte de Aristóteles, y de inmediato modifica en más de un aspecto lo que este aporta, con el fin manifiesto de tomar en cuenta lo que incumbe al discurso analítico y lo que este permite concluir (OP: 19-22).
Es probable que, a esta altura del partido, algunos de ustedes piensen: Otra vez Arenas con su berretín por la lógica y la ciencia. Acepto lo del berretín porque es cierto, y quienes me conocen saben que desde la ciencia llegué al psicoanálisis de la mano de la lógica, pero no crean ustedes que tomaré esta presentación como una mera excusa para hablar de lo que me interesa sólo a título personal. Parafraseando a Lacan, más bien diría, en todo caso, que mi propia satisfacción busca realizarse en la satisfacción de cada uno de ustedes, es decir, de todos aquellos con los que me asocio en la realización de esta obra humana que es la Escuela y la causa que la sostiene. Hecha esta aclaración, prosigo.
No solo de lógica vive el hombre, y además del Órganon Lacan toma de Aristóteles la Metafísica (OP: 27-30). ¿Para qué lo hace? Si leen la página 30 notarán que la usa como trampolín para rozar el problema de la difícil relación que hay entre la clase y la singularidad, y en un mismo lance captarán que en torno a esa relación clase-singularidad se juega nada menos que el meollo de las próximas jornadas de la Escuela, convocadas bajo un título que subraya la tensión entre la clínica de lo singular y la epidemia de las clasificaciones. Esa tensión no solo es lógica, sino también, y fundamentalmente, ética y política, y de aquí se sigue que incluso toca al lugar del psicoanálisis en el campo de la salud mental. Por lo demás, en ese mismo punto convergen el interés de Lacan por el Parménides de Platón y el de Miller en sus últimos cursos, desde Sutilezas analíticas en adelante.
Por eso dije que quería discutir acerca de …o peor y de Hablo a las paredes con el fin de proponer un abordaje de los mismos que sea útil para la Escuela en la coyuntura actual. Al fin y al cabo, las nociones de singular y de clase –los dos pilares que especifican y enmarcan el trabajo a realizar en las jornadas– han sido objeto de una milenaria elaboración lógica cuyo precipitado sedimentó en nuestra lengua y así estructura, para bien o para mal, nuestro actual modo de pensar.
En …o peor se define la lógica como el arte de producir una necesidad de discurso (OP: 39, 48), y en eso Lacan sigue siendo para nosotros un verdadero maestro. Con esto quiero decir que él mismo nos lo muestra en acto, lo realiza ante nuestros ojos, y este seminario es uno de los ejemplos más conspicuos, ya que nos muestra cómo produce esa necesidad en los dos sentidos que aquí él otorga al término producir: en efecto, Lacan prueba que lo que él produce era antes inexistente, y se toma el trabajo de hacerlo, tal como lo hace cada analizante en virtud de la repetición sintomática. (OP: 48-52, 95).
Mediante este trabajo demuestra en especial la imperiosa necesidad de distinguir entre sí varios Unos, a la sombra de cuyo nombre común germinan y crecen innumerables confusiones, tantas que tal vez el Uno sea el peor de esos idola fori frente a cuya insidiosa incidencia Bacon, en el origen de la ciencia, nos enseñó a estar alerta (OP: 59, 97, 104, 118, 191, y los capítulos IX-XIII). Entre ellos, hay varios Unos que él ya había delimitado, en mayor o menor medida, a lo largo de seminarios anteriores. Por ejemplo, el Uno que define la excepción bajo la forma del al menos uno (OP: 15, 199). Por ejemplo, el Uno constitutivo de la función del sujeto como uno en más, ycuyo modelo es el de ese “0 que se cuenta como 1” revelado por la génesis fregeana del número (OP: 175, 187). Por ejemplo, el Uno del individuo (OP: 124, 137), que hace que cada quien se sienta uno, y que se vincula con el Uno de la clase (OP: 185, 222) aunque no se confunde con este –ni, menos aún, con el Uno de lo singular (OP: 30, 163, 199). De todos estos Unos trata este Seminario, y, como si esto fuera poco, también en él encontramos el Uno real de la serie numérica, el Uno imaginario (y no por eso menos real), el falso Uno de Eros, y una larga lista de unos. Uno y uno y uno…¡Haiuno!, concluye Lacan, y podemos darle la razón exclamando, por nuestra parte, ¡Ahijuna, haiuno pa’ tirar al techo!
¿Cómo orientarnos en este enjambre? …o peor deja caminos trazados, pero no cabe decir que el laberinto del Uno ya haya sido demarcado en su totalidad. Nos toca proseguir ese trabajo. Así como en el Seminario 9 Lacan nos hace ver que entre esas tres cosas que Freud llama identificación no hay ninguna comunidad de género, aquí nos muestra que es absolutamente indispensable llevar a cabo una rigurosa taxonomía en el campo del Uno. Por eso anoche, en la reunión del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía, dije que, después de leer el Seminario 19, cada vez que leamos o escuchemos hablar del Uno deberíamos preguntar: ¿De qué Uno se trata? Juanjo García me hizo notar que esa taxonomía del campo del Uno es quizá lo que Platón se propuso hacer en el Parménides. Eso explicaría el vivo interés de Lacan por este diálogo.
Si hoy digo que Lacan sigue siendo para nosotros un verdadero maestro, se debe a que la única formación que él pretendió trasmitirnos fue, según dijo, un estilo. Pero esa formación jamás podrá considerarse lograda a menos que nos hagamos destinatarios de ella y que actuemos en consecuencia. Por ende, mi propuesta es que tomemos …o peor como el vivo retrato de ese estilo y que lo adoptemos para el trabajo venidero. ¡Haría falta un Departamento de Lógica en la Escuela!
Como dije, dos de esos Unos que mencioné antes de gritar ¡Ahijuna! atañen centralmente al tema de nuestras jornadas de fin de año. Me refiero al Uno de la clase y al Uno de lo singular. Son los menos elaborados en los libros que hoy presentamos. Mi propuesta es entonces que nos nutramos del estilo que Lacan nos trasmite en el Seminario 19 y en Hablo a las paredes para proseguir, por nuestra parte, el trabajo que él comenzó. Que tomemos la posta para arrojar algo más de luz sobre las aún oscuras nociones de singularidad y de clase, y así afrontar seria y dignamente el antagonismo entre la clínica de lo singular y la epidemia de las clasificaciones. Hay mucho por hacer.

 

Notas
1. Las páginas precedidas por HP remiten a Hablo a las paredes; las precedidas por OP, a …o peor.

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